sábado, 8 de diciembre de 2012

Razones para apagar Televisa 2: el mentado Teletón

Este año no tenía intención de sintonizar Televisa para ver cómo se desarrolla el lacrimoso chantaje anual llamado Teletón (además, hace tres años escribí algo al respecto aquí que, era de esperarse, sigue estando vigente). Pero en un contexto nacional de pan, circo y macanazo, enterarse de qué están viendo millones de personas es una obligación porque este masivo lavado de cerebro da cuenta del mecanismo clave que tiene a México sumido en un profundo y oscuro hoyo: los tejes y manejes ideológicos y políticos de Televisa. ¿A quién le importan las y los presos políticos con que Peña Nieto inauguró su sexenio, a quien le interesa la criminalización de los jóvenes y de la protesta social o las decenas de miles de muertos, desaparecidos y desplazados producto de la guerra contra el narco de Calderón, si se puede lloriquear y esperanzarse con más de 24 horas de historias de niños y niñas con discapacidad, cáncer y autismo?

El Teletón mexicano, desde hace 15 años y con más donadores y producción a cada año que pasa, se ha jactado de ser un evento eminentemente "familiar", aunque más bien resulte una letanía de inserciones pagadas por municipios, delegaciones, partidos políticos y empresas mientras los "artistas" de Televisa amenizan al público incauto con su despliegue de talento para el playback. El Teletón se centra, dicen, en la generosidad y el amor, en pensar qué se puede hacer por tanto niño y niña menos afortunado que el espectador promedio, en suponer que la única forma de apoyarlos es a través del dinero -de la limosna, pues- y nada más. Pareciera que sólo el dinero arregla los problemas o, al menos, los mitiga en forma considerable; que con hacer donativos basta para involucrarse socialmente y contribuir al desarrollo de esa entelequia llamada "México"; que recaudar fondos o regalar sillas de ruedas y medicamentos es la manera más efectiva de participar, de salir de la apatía y el desinterés. Este mensaje básico y simple del Teletón -dona y estarás haciendo algo por tu país- no podría ser más pernicioso en el contexto de represión y violencia que vivimos.

¿Por qué esta insistencia machacona en fomentar la participación pasiva que supone donar? ¿Por qué tanto tiempo aire empleado en las consignas melosas de empresas y productos -"orgullosos patrocinadores del Teletón"- y de políticos, conductores, "periodistas" y "estrellas" alineados a Televisa? Porque la participación activa, la que sale a las calles, la que busca construir nuevas formas de relación, liderazgo, comunicación, resistencia, justicia, producción, consumo, autogobierno y autonomía, es subversiva: esa sí busca el cambio desde infinidad de trincheras, esa sí lucha por una sociedad radicalmente distinta y por eso no es de interés para Televisa. La participación combativa y organización alternativa de los "niños" y "niñas" de #YoSoy132, de los compas de Cherán, Wirikuta y del Movimiento por la Paz (por mencionar sólo algunos ejemplos), esa no se fomenta, ni se le da espacio en los medios masivos de comunicación, más que para vilipendiar o minimizar sus causas al tiempo que el Estado emplea todas sus mañas para silenciarlas. Este tipo de participación ciertamente está fuera del esquema buena onda de involucramiento maquinado por Televisa, un esquema inocuo para cualquier tipo de transformación de fondo. Así, la idea de la "vaca" millonaria para paliar la responsabilidad social, orquestada de forma mediática y desde arriba, obvia que la sociedad civil históricamente se ha organizado desde abajo, que no requiere la mediación o iniciativa de televisora alguna y que, ciertamente, trasciende dicha mediación.

Como señala el informe de la ONG estadounidense Freedom House sobre Televisa y TV Azteca, el duopolio televisivo "no permite que la gente participe de manera efectiva porque sólo recibe información de una fuente". Si bien esta aseveración se refiere a la participación electoral, también se puede aplicar a otros ámbitos de participación. Televisa, parapetada en las legítimas demandas de quienes tienen discapacidades diversas o quienes padecen cáncer o autismo, se da sus baños de pureza e, indirectamente, pasa juicio sobre quienes no estamos de acuerdo con deducir impuestos y posicionar marcas a partir de la desgracia y el dolor ajenos. Dados los millones de asiduos espectadores y participantes del Teletón, criticarlo es mal visto en muchos círculos, como también lo es alinearse con una larga lista de exigencias contrarias a los intereses económicos y políticos del statu quo. ¿Quién va a estar en contra del Teletón -¡qué falta de corazón, sensibilidad y solidaridad!- cuando son pocas y de limitado alcance las voces críticas que señalan la hipocresía de este gran comercial sostenido, de esta masiva y cínica deducción de impuestos? ¿Quién se va a comprometer con otras luchas no televisadas e invisibilizadas, con otras causas que no se centran alrededor del dinero para operar? En fin, habrá que ver si este año el Teletón llega a su millonaria meta y si -sueños guajiros- la gente de a pie comienza a reconocer que la donación institucional no es la única forma de participación posible.

Y para documentar nuestro optimismo, algunas frases del Teletón 2012:

Enrique Peña Nieto: "Me encuentro acompañado de mi esposa, de algunos de nuestros hijos, y muy contentos de venir a sumarnos a este esfuerzo [que fomenta] un gran optimismo en favor del México que queremos lograr, que queremos mover y que queremos renovar la esperanza de todos los mexicanos."

Bianca Marroquín: "Mary Poppins dice: todo es posible si lo quieres", y entrega un supercalifragilisticoespialidoso cheque a la causa.

Toño de Valdés: "Yo creo que no hay una cosa más padre que el Teletón..."

Fernando Landeros: "Hay que ensanchar el alma, el corazón [...] aquí lo que está en juego es la vida misma [...] vamos a pararnos del lado de la vida que es el lado del amor."

Marco Antonio Regil: "La felicidad no es un lugar al que llegas, es una actitud."

Pedro Ferriz de Con: "Teletón no sólo es el problema, es el problema y la solución [...] Vayan al banco, vayan a las Farmacias del Ahorro, llamen por teléfono, en fin, ¡muévanse!"

Lucero: "¡Qué bonitas historias!"