El pasado 15 de diciembre se dieron a conocer los resultados de la primera Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) encargó y pagó a la empresa Defoe Experts on Social Reporting: más de 7 millones de pesos se fueron en aplicar 35 mil entrevistas cara a cara y en sistematizar la información recabada. Tales resultados han sido fuente de sorpresa para algunos y causa de indignación para otros porque apuntan, precisamente, hacia una flagrante obviedad: en México, la "cultura" es un pequeño lujo al que una abrumadora mayoría de los mexicanos y las mexicanas no tiene acceso. Un lujito que, según Defoe, carece de interés masivo (salvo la tele, eso sí) en un país donde la supervivencia es el común denominador de millones de habitantes. Y si: díganme, por favor, quién tiene tiempo de pensar en el teatro, la danza y la literatura cuando, tiro por viaje, hay que estar esquivando golpes, balas y porrazos en todos los frentes.
A pesar de que los numeritos y su lenguaje nunca me han parecido atractivos (e incluso creo que tienen mucho de perniciosos), los resultados de la Encuesta dan muchísimo de qué hablar. Es preocupante que, según Defoe, al 91.1% de los encuestados (de entre 13 y 18 años) no les interesaría estudiar alguna carrera o taller relacionado con el teatro; que sólo el 33% haya asistido, alguna vez en su vida, a un espectáculo de danza (presentaciones escolares no incluidas); y que del 18% que ha comprado libros en los últimos doce meses, 5% de sus compras hayan sido libros de superación personal. La cifras, como las imágenes, no mienten, dicen por ahí. Pero, ¿de veras las relucientes y carísimas cifras de Defoe dicen algo sobre la "cultura" en México? ¿Pueden los hábitos, prácticas y consumo culturales comprenderse a través de meros porcentajes? ¿No debiera haber realizado Defoe un estudio cualitativo para responder más profunda y reflexivamente a las cuestiones sobre el sentido y el significado de dichos hábitos, prácticas y consumo? Y, sobre todo, ¿cómo diablos y con qué criterios se crearon estas cifras?
En primer lugar, es vergonzoso que en la presentación de resultados de la Encuesta -207 láminas de PowerPoint y ni un texto introductorio, ¡chale!- sólo 2 láminas estén destinadas a explicitar la metodología y que brillen por su ausencia definiciones de términos como cultura, hábito cultural, práctica cultural y consumo cultural (ya ni qué decir sobre la problematización de estas definiciones inexistentes). En segundo lugar, es alarmante que por ningún lado aparezca el concepto industria cultural porque, dado el perfil de las preguntas de Defoe (aglutinadas mayoritariamente en torno a frecuencia de asistencia y empleo de recursos -tiempo y dinero- en actividades "culturales"), pareciera que el tema de la Encuesta se vincula directamente al de las industrias culturales. Me pregunto si los analistas y encuestadores de Defoe hicieron algún tipo de taller, debate o mísera reunión para desentrañar los misterios de un término tan complejo y debatido como lo es cultura o, por lo menos, para consensar una definición operativa de ésta que guiara el trabajo. Me pregunto si, de plano, en Defoe construyeron y aplicaron la Encuesta en un vacío teórico que, lógica y previsiblemente, fue llenado de prejuicios. Una consultoría seria, en cualquier ámbito de investigación, no se avienta como el Borras a hacer trabajo de campo, es decir, no se lanza felizmente a hacer encuestas en todos los estados de la República sin una arquitectura conceptual (aunque sea en obra negra), mucho menos si está lidiando con un concepto tan denso como cultura. Y, en un escenario así, mejor ni opino sobre los problemas epistemológicos del "análisis" e "interpretación" de datos (porque, además, no encuentro análisis ni interpretación alguna que refutar en las 207 láminas de la presentación).
Otra cosa que me pregunto es por qué el CNCA encomendó la Encuesta a Defoe, teniendo a mano, por ejemplo, todos los institutos y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México, los tres grandes campus de la Universidad Autónoma Metropolitana y los Centros de Investigación CONACYT. ¿Por qué dejar en manos de la "primer empresa boutique de estudios de mercado y opinión pública en México" -como se denomina Defoe en su cuenta de Twitter- un proyecto como éste? De puritita casualidad, esta "empresa boutique" ¿se habrá puesto en contacto con Néstor García Canclini (por mencionar solamente al investigador más renombrado en temas de cultura de los muchísimos que existen en este país) para hacer la Encuesta? No lo creo. La razón según Ernesto Piedras, director de The Competitive Intelligence Unit, otra consultoría de investigación de mercado, es que
Para terminar este post, incluyo un novísimo Top Ten (aplausos) en el cual enumero los 10 bochornosos gazapos que, a ojo de buen cubero, encuentro en los resultados de la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales. Si los quieres bajar (los resultado de la Encuesta) en pdf, pícale aquí para buscarlos en la página de CONACULTA.
A pesar de que los numeritos y su lenguaje nunca me han parecido atractivos (e incluso creo que tienen mucho de perniciosos), los resultados de la Encuesta dan muchísimo de qué hablar. Es preocupante que, según Defoe, al 91.1% de los encuestados (de entre 13 y 18 años) no les interesaría estudiar alguna carrera o taller relacionado con el teatro; que sólo el 33% haya asistido, alguna vez en su vida, a un espectáculo de danza (presentaciones escolares no incluidas); y que del 18% que ha comprado libros en los últimos doce meses, 5% de sus compras hayan sido libros de superación personal. La cifras, como las imágenes, no mienten, dicen por ahí. Pero, ¿de veras las relucientes y carísimas cifras de Defoe dicen algo sobre la "cultura" en México? ¿Pueden los hábitos, prácticas y consumo culturales comprenderse a través de meros porcentajes? ¿No debiera haber realizado Defoe un estudio cualitativo para responder más profunda y reflexivamente a las cuestiones sobre el sentido y el significado de dichos hábitos, prácticas y consumo? Y, sobre todo, ¿cómo diablos y con qué criterios se crearon estas cifras?
En primer lugar, es vergonzoso que en la presentación de resultados de la Encuesta -207 láminas de PowerPoint y ni un texto introductorio, ¡chale!- sólo 2 láminas estén destinadas a explicitar la metodología y que brillen por su ausencia definiciones de términos como cultura, hábito cultural, práctica cultural y consumo cultural (ya ni qué decir sobre la problematización de estas definiciones inexistentes). En segundo lugar, es alarmante que por ningún lado aparezca el concepto industria cultural porque, dado el perfil de las preguntas de Defoe (aglutinadas mayoritariamente en torno a frecuencia de asistencia y empleo de recursos -tiempo y dinero- en actividades "culturales"), pareciera que el tema de la Encuesta se vincula directamente al de las industrias culturales. Me pregunto si los analistas y encuestadores de Defoe hicieron algún tipo de taller, debate o mísera reunión para desentrañar los misterios de un término tan complejo y debatido como lo es cultura o, por lo menos, para consensar una definición operativa de ésta que guiara el trabajo. Me pregunto si, de plano, en Defoe construyeron y aplicaron la Encuesta en un vacío teórico que, lógica y previsiblemente, fue llenado de prejuicios. Una consultoría seria, en cualquier ámbito de investigación, no se avienta como el Borras a hacer trabajo de campo, es decir, no se lanza felizmente a hacer encuestas en todos los estados de la República sin una arquitectura conceptual (aunque sea en obra negra), mucho menos si está lidiando con un concepto tan denso como cultura. Y, en un escenario así, mejor ni opino sobre los problemas epistemológicos del "análisis" e "interpretación" de datos (porque, además, no encuentro análisis ni interpretación alguna que refutar en las 207 láminas de la presentación).
Otra cosa que me pregunto es por qué el CNCA encomendó la Encuesta a Defoe, teniendo a mano, por ejemplo, todos los institutos y facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México, los tres grandes campus de la Universidad Autónoma Metropolitana y los Centros de Investigación CONACYT. ¿Por qué dejar en manos de la "primer empresa boutique de estudios de mercado y opinión pública en México" -como se denomina Defoe en su cuenta de Twitter- un proyecto como éste? De puritita casualidad, esta "empresa boutique" ¿se habrá puesto en contacto con Néstor García Canclini (por mencionar solamente al investigador más renombrado en temas de cultura de los muchísimos que existen en este país) para hacer la Encuesta? No lo creo. La razón según Ernesto Piedras, director de The Competitive Intelligence Unit, otra consultoría de investigación de mercado, es que
ninguna universidad habría podido financiarun estudio de esta envergadura. O sea: la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales es cuestión de cochino dinero y no de competencia académica. Por eso estamos como estamos; luego por qué uno está convencido de que la "cultura" en este sexenio es botín político e ideológico (como se vió en los festejos del Bicentenario), suntuoso ornamento o simple producto, enajenable y enajenante, cuyo valor se tasa nomás en signos de pesos (o dólares). Vivimos en -si me permiten la broma- la burda incultura del Felipato, un reyno violento y sin futuro, en el que las instituciones públicas regalan cantidades obscenas de dinero a las empresas privadas de sus amigos, familiares, socios o aliados: resulta que el dueño de Defoe Experts on Social Reporting, Rafael Giménez Valdés -con estudios en Ciencias Sociales en el ITAM y maestría en "Public Opinion Research" por la Universidad de Connecticut- fue Director General de Investigación y Análisis Estratégico en Los Pinos y actualmente es el coordinador de Opinión Pública de la Presidencia. Ya salió el peine: seguramente le asignaron a Defoe la Encuesta porque ora resulta que su equipo de trabajo es muchísimo más chingón que los y las mismísimos/as investigadores de la UNAM y de la UAM y de los Centros CONACYT juntos...
Para terminar este post, incluyo un novísimo Top Ten (aplausos) en el cual enumero los 10 bochornosos gazapos que, a ojo de buen cubero, encuentro en los resultados de la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales. Si los quieres bajar (los resultado de la Encuesta) en pdf, pícale aquí para buscarlos en la página de CONACULTA.
1. Preguntar: ¿Alguna vez usted ha ido: al cine / a un espectáculo de danza / a una presentación de música en vivo / a un concierto de música clásica / a ver una obra de teatro / a una zona arqueológica / a un museo / a una biblioteca / a una librería / a alguna exposición de artes plásticas / a algún espectáculo de artes visuales? La Encuesta, ¿también incluye una suerte de dimensión diacrónica o nomás fue una simple ocurrencia de alguien, sin echarle más coco al asunto, hacer este tipo de preguntas?
2. Comparar algunos de los resultados de la Encuesta en México con cifras de Francia, España y UK (que, por cierto, en español debe escribirse RU, de Reino Unido, y no UK de United Kingdom, no sean presuntuosos...). Parece que alguien cortó y pegó a tontas y locas cifras que sólo Dios sabe de dónde salieron y si son o no comparables a las cifras mexicanas. Eso les pasa por andarle poniendo crema importada a sus tacos...
3. Usar indistintamente el usted y el tu en la formulación de las preguntas. Ser sistemático no le cae mal a nadie, sobre todo si te dedicas a sistematizar grandes cantidades de información.
4. Creer que la música clásica es sinónimo o equivalente de música sinfónica y música de cámara. Clásicos hay muchos y muy variados. Existen otras maneras más creativas para indagar si los encuestados han escuchado en vivo la Sinfonía No. 10 de Mahler, el Cuarteto para oboe y cuerdas K 370 de Mozart, o si fueron a ver The Division Bell Tour de Pink Floyd o a Paquita la del Barrio en el Blanquita.
5. Pensar que quien estudia Antropología lo hace porque se interesa en explorar las zonas arqueológicas nacionales y otros vestigios del pasado. Resulta que infinidad de antropólogos no nos dedicamos a eso...
6. Suponer que la escenografía es un tipo específico de espectáculo en el área de las artes visuales. Y, por otro lado, eliminar a la instalación de las preguntas en la Encuesta porque nomás no encontraron en qué categoría incluirla. Esto es, sencillamente, incomentable.
7. Preguntar: En los últimos doce meses, ¿usted ha realizado algún viaje con motivos culturales? ¿Alguien puede explicarme qué tipo de viaje es este? De veras, la pregunta no me hace mucho sentido. ¿Se estarán refiriendo a viajes como el de la Gaviota y Copetitos al Vaticano? ¿A viajes con hongos o aceites? ¿O a los viajes que tienen que hacer quienes viven en el Estado de México si quieren llegar a la Cineteca Nacional?
8. Presentar los resultados de la pregunta: (cuya puntuación original no corrijo, nomás pa' que vean el nivel) ¿Podría decirme, 2 palabras que asocie o relacione con la palabra cultura? con una triste gráfica de barras en la cual "Otros" y "No contesta" son los valores más altos, con 19 y 11%, respectivamente. Mejor no haber preguntado nada.
9. Preguntar: ¿Qué tan interesado está por lo que pasa en la cultura o en las actividades culturales (teatro, danza, cine, literatura, conciertos)? Como si el interés por lo que "pasa" en la "cultura" (¿?) pudiera circunscribirse a la mera asistencia a actividades y sólo las del tipo que se menciona en la pregunta. Además no se dice qué tan sino cuán...
10. Dedicar dos solitarias diapositivas al tema Valores, entendidos éstos como el acuerdo o desacuerdo con posturas conservadoras/liberales en torno a la permanencia/renovación/incorporación de ideas (¿cuáles? sepa la bola) y valores (o sea, ¿cómo?), su impacto en la vida futura y las emociones, escogidas a priori -un epic fail barbarísimo-, que los encuestados y las encuestadas sienten por México. Parece que esto también responde a la afamada y chafísima técnica del copy-paste que emplea Defoe, esta vez a expensas de La Brújula Política, el sitio de un proyecto británico para explorar posturas ideológicas de quienes deciden responder a una muy interesante, esa si, batería de preguntas.
2. Comparar algunos de los resultados de la Encuesta en México con cifras de Francia, España y UK (que, por cierto, en español debe escribirse RU, de Reino Unido, y no UK de United Kingdom, no sean presuntuosos...). Parece que alguien cortó y pegó a tontas y locas cifras que sólo Dios sabe de dónde salieron y si son o no comparables a las cifras mexicanas. Eso les pasa por andarle poniendo crema importada a sus tacos...
3. Usar indistintamente el usted y el tu en la formulación de las preguntas. Ser sistemático no le cae mal a nadie, sobre todo si te dedicas a sistematizar grandes cantidades de información.
4. Creer que la música clásica es sinónimo o equivalente de música sinfónica y música de cámara. Clásicos hay muchos y muy variados. Existen otras maneras más creativas para indagar si los encuestados han escuchado en vivo la Sinfonía No. 10 de Mahler, el Cuarteto para oboe y cuerdas K 370 de Mozart, o si fueron a ver The Division Bell Tour de Pink Floyd o a Paquita la del Barrio en el Blanquita.
5. Pensar que quien estudia Antropología lo hace porque se interesa en explorar las zonas arqueológicas nacionales y otros vestigios del pasado. Resulta que infinidad de antropólogos no nos dedicamos a eso...
6. Suponer que la escenografía es un tipo específico de espectáculo en el área de las artes visuales. Y, por otro lado, eliminar a la instalación de las preguntas en la Encuesta porque nomás no encontraron en qué categoría incluirla. Esto es, sencillamente, incomentable.
7. Preguntar: En los últimos doce meses, ¿usted ha realizado algún viaje con motivos culturales? ¿Alguien puede explicarme qué tipo de viaje es este? De veras, la pregunta no me hace mucho sentido. ¿Se estarán refiriendo a viajes como el de la Gaviota y Copetitos al Vaticano? ¿A viajes con hongos o aceites? ¿O a los viajes que tienen que hacer quienes viven en el Estado de México si quieren llegar a la Cineteca Nacional?
8. Presentar los resultados de la pregunta: (cuya puntuación original no corrijo, nomás pa' que vean el nivel) ¿Podría decirme, 2 palabras que asocie o relacione con la palabra cultura? con una triste gráfica de barras en la cual "Otros" y "No contesta" son los valores más altos, con 19 y 11%, respectivamente. Mejor no haber preguntado nada.
9. Preguntar: ¿Qué tan interesado está por lo que pasa en la cultura o en las actividades culturales (teatro, danza, cine, literatura, conciertos)? Como si el interés por lo que "pasa" en la "cultura" (¿?) pudiera circunscribirse a la mera asistencia a actividades y sólo las del tipo que se menciona en la pregunta. Además no se dice qué tan sino cuán...
10. Dedicar dos solitarias diapositivas al tema Valores, entendidos éstos como el acuerdo o desacuerdo con posturas conservadoras/liberales en torno a la permanencia/renovación/incorporación de ideas (¿cuáles? sepa la bola) y valores (o sea, ¿cómo?), su impacto en la vida futura y las emociones, escogidas a priori -un epic fail barbarísimo-, que los encuestados y las encuestadas sienten por México. Parece que esto también responde a la afamada y chafísima técnica del copy-paste que emplea Defoe, esta vez a expensas de La Brújula Política, el sitio de un proyecto británico para explorar posturas ideológicas de quienes deciden responder a una muy interesante, esa si, batería de preguntas.
3 comentarios:
Aunque al principio medio me sorprendí con los resultados de esta encuesta, pensándo lo bien, no son tan sorprendentes; quiero decir que son datos que de alguna manera sabemos que existen. Basta con escuchar un poco las conversaciones en los grupos de amigos del día a día para darse cuenta que la mayoría de los temas que manejan están exclusivamente relacionados con lo que ven en la televisión.
Por otro lado, también creo que esta encuesta está mal hecha, quizás a propósito para servir a ciertos fines y el hecho de que la haya realizado una compañía privada también me hace creer que fue para beneficiar el negocio de algún amigo o familiar de algún funcionaro. Muy buen análisis
Totalmente de acuerdo contigo. Sin embargo no me sorprende ni el nepotismo, ni la forma de trabajo de estos cuates ni mucho menos el desprecio por las instituciones académicas públicas. Así es, nos gobierna (o dice hacerlo, o al menos se gasta nuestros impuestos en ello) desde hace mucho tiempo (y, con el Felipato se ha acrecentado) un grupo de administradores tecnócratas, absolutamente ignorantes, despectivos hacia su propio país y su gente. Cada día, debido a ellos y a nuestra propia responsabilidad, somos un país más y más vulnerable, corrupto y frustrado.
Este país se desangra y nadie hace nada...
Me muero de la tristeza ante tanta hemorragia.
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