Tras terminar un doctorado, ayer dejé de ser estudiante definitivamente y resulta que acabé involucrándome en un movimiento estudiantil. Y me involucré porque creo que #YoSoy132 representa una parcela de mis inconformidades y, sobre todo, de mis anhelos. Es posible que quienes lean el presente post ya conozcan cómo surgió este movimiento: a partir del abucheo a EPN en la Ibero, el status quo desató una campaña de desprestigio de lo que me parece fue una reacción auténtica de los estudiantes de esa universidad. Y como eso de llamar acarreados y manipulados a quienes se estaban expresando de manera espontánea no les pareció nadita (Protestar es otra forma de ejercer ciudadanía, dice Jesús Silva Herzog Márquez), los estudiantes de la Ibero subieron a YouTube un video en el cual 131 alumn@s respondieron a las imputaciones de los medios que habían atribuido el rechazo a EPN a un compló lopezobradorista. Este agravio concreto resultó una fuente de organización masiva: descalificar a un@s estudiantes supuso descalificar a todo una generación e incluso supuso descalificar a tod@s l@s que alguna vez fuimos estudiantes.
Desde hace décadas se ha criminalizado en México la legítima protesta social. Muy diversas organizaciones que han luchado por hacer valer sus derechos y libertades desde muy diversas trincheras se han topado con el silenciamiento y la represión a manos de una élite en el poder que ni los ve ni los oye. Y el cuarto poder, la inmensa mayoría de los medios de comunicación en este país, es cómplice de las arbitrariedades que echan a andar los otros tres poderes para continuar dominándonos a tod@s. Televisa, ese monstruoso modelador de conciencias, hábitos de consumo, valores, prácticas y candidatos presidenciales, ha tratado de legitimar lo ilegítimo gracias a su penetración y cobertura: desde la apariencia de paz y tranquilidad en la Olimpiada de 1968 y la inexplicable caida del sistema en 1988, hasta la pretendida transición a la democracia en 2000 y el "triunfo" electoral de Felipe Calderón en 2006. Por eso me parece importantísimo poner el dedo en la yaga: si los medios de comunicación no se democratizan ni pluralizan y no se hacen transparentes, este país continuará viviendo en el limbo de una realidad edulcorada por las telenovelas y manipulada por los noticieros.
Ayer en la Estela de Luz, que más bien podría llamarse la Suavicrema de Luz, se reunieron miles de estudiantes, no sólo los convocantes de la Ibero, sino gente de otras universidades: La Salle, el Claustro, la Unitec, la UAM, el CCC, el Poli... Y la UNAM no podía faltar: contingentes de varias facultades, escuelas, CCHs y Prepas corearon consignas y ondearon pancartas. De los 15 mil reunidos, unos se fueron al Ángel, otros a Televisa Chapultepec, otros llegaron hasta el Zócalo y otros más nos quedamos en la Suavicrema que se convirtió al caer la noche en una improvisada galería de arte contestatario y en foro abierto para la discusión. Un compañero del ITAM agradeció la presencia de la bandototota de la UNAM, lo que desató una infaltable goya: un movimento estudiantil sin la UNAM, dijo el compañero, no es movimiento. Y en ese precioso momento fue cuando me pareció evidente la complejidad a la que se enfrenta #YoSoy132, que ciertamente responde a los alcances y límites de todo movimiento social.
Esta #PrimaveraMexicana en proceso -mediada por varios hashtags, expresada en movilizaciones multitudinarias en distintas ciudades, en videos y fotos realizados por la gente de a pie y diseminados mediante las redes sociales- responde al mismo hartazgo que ha llevado a miles a tomar las calles para demandar justicia, seguridad, educación, democracia y dignidad. El pliego petitorio de #YoSoy132 define al movimiento como ciudadano y apartidista y creo que en ello radica su fuerza: en convocarnos a tod@s; en tratar de construir puentes, por imposible que parezca, que zanjen el abismo del proselitismo por uno u otro candidato; en exigir cuentas, sobre todo electorales; en sumar desde una plataforma que ve en la transformación de los medios de comunicación un comienzo indispensable para la transformación de todo el país. Es un hecho histórico que l@s estudiantes mexican@s, sin distingo de clase social ni ideología, quieran formar un frente común contra las televisoras en particular y contra los medios de comunicación en general, un frente que muy bien puede trascender la coyuntura de las elecciones y bregar por un cambio de fondo en México, ciertamente de la mano de infinidad de otros frentes que ya llevan años de lucha en esa dirección.
Pero la diversidad de formas de ver al mundo de la que parte #YoSoy132 abona al riesgo de que el movimiento se diluya en la lógica sectaria de las reivindicaciones partidistas. Durante la asamblea de ayer en la Suavicrema, varios compañer@s de la UNAM y de otras universidades vertieron todo tipo de opiniones: desde que se le cambiara el nombre al movimiento hasta que tomara un cariz partidista en contra de EPN y a favor de Obrador. Se notó que los unamitas, como estableció una compañera de la Facultad de Ciencias Políticas, somos asambleístas, con todas las ventajas e inconvenientes que eso supone. Se notó la preocupación por construir representatividad entre los miles de estudiantes de la UNAM, por organizar acciones concretas, por construir alianzas con otros sectores sociales, por consolidar el liderazgo y la dirección del movimiento. Entre más personas se sumen a #YoSoy123, más visiones sobre qué hacer, cómo hacerlo y desde dónde hacerlo entrarán en contacto. Ojalá que ese contacto sea productivo y no se convierta en confrontación; ojalá que ese contacto construya consensos y que los inevitables disensos no estanquen o resten fuerza a esta organización en ciernes.
No se si el movimiento como tal debiera estar abajo y a la izquierda -yo, personalmente, sí lo estoy- pero creo que #YoSoy132 debiera mantenerse tan plural, tan arriba, abajo, en medio y en los márgenes como fuera posible: la polarización y el encono, la descalificación y el clasismo son armas del propio statuo quo para que nada cambie, para seguir reproduciendo sus entramados de dominación. Lo que sí se es que ver a tanta gente esperanzada y combativa alzar su voz me hace querer alzar la mía también.
3 comentarios:
Dr. Algarabel, ha sido un placer leerla. Concuerdo con usted en la percepción que tiene del movimiento de Yo soy 132. Sólo quisiera agregar un agradecimiento a los miles y miles de jóvenes que han participado, marchado, gritado, corrido, protestado, cantado y soñado en estos días. Agradecimiento que ofrezco, por salir a las calles, y por mostrarnos a los no tan tan jóvenes, que con dejar de vernos a nosotros mismos y echarle un ojito a los otros mexicanos, podemos construir nuevos escenarios sociales y, podemos también, unirnos y luchar juntos contra el ninguneo y desprecio que hemos enfrentado con este status quo político y económico. Me sumo a su voz para sumar mas y mas voces.
Estoy de acuerdo contigo estimada Nimbemon. Creo que la riqueza de esta movilización radica en su pluralidad y en la comprensión de que hay problemáticas que trascienden a los candidatos y a la coyuntura electoral. Personalmente creo que sera difícil sostenerlo, porque a veces lo que asegura la continuidad de las movilización es tener un enemigo claro, o un propósito común. El tema de las televisoras y la forma como manipulan las noticias me parece relevante, pero desde luego no es la única problemática, quizá ni siquiera la más urgente.
Pero bueno, dejemos que esto fluya. Finalmente todos los movimientos tienen desaciertos, pero el aprendizaje de salir a la calle y ver un solo grito y la fuerza de la conexión entre las personas, esa nadie se las podrá quitar a los que salieron a decorar esa mierda de "monumento" llamada estela de luz.
Nos toca seguir compartiendo y estableciendo lazos con otras redes, labor de campo que entusiasme, provoque y anime. Nos gusta mucho leerle. A sumar.. /Lucero Fernández
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