miércoles, 24 de febrero de 2010

De sueños y fórmulas

Supongo que no es nada nuevo preguntarse cómo funcionan los sueños, ni se diga preguntarse por su significado. Ahi están cientos y cientos de libros, más o menos serios, que prometen resolver el misterio irresoluble: ¿qué significa soñar que alguien fallece? ¿Qué significa soñar que uno vuela? ¿Qué significa soñar que uno va surcando los cielos, repentinamente pierde impulso y muere tras la monumental caida? Este post no pretende dar respuesta a ninguna de las interrogantes anteriores y solamente propondrá una fórmula (que debido a mi muy limitado conocimiento de las matemáticas podrá parecer algo verdaderamente simplón) para dar cuenta de la génesis de los sueños, al menos de dos sueños, para ser precisos, que tuve anoche. O sea: es solo un experimento que nada tiene de científico y si mucho de onírico y lúdico. Aunque uno nunca sabe y no resulta tan descabellado imaginar que mi fórmula fuera generalizable a todos los fenómenos del mundo onírico. La fórmula de la génesis del sueño es la siguiente:

(Pa + Af) * P.O / I.O

donde:
Pa= Preocupación actual
Af = Anhelo futuro
P.O = Potencial Onírico
I.O = Inestabilidad Onírica

Y, como casi siempre hago en este blog, los nombres de las personas reales que habitaron mis sueños anoche han sido sustituidos por una sola inicial para no andar balconeando a la banda (o, más bien, para no balconear mi propio inconsciente). Hechas las aclaraciones pertinentes, demos paso a la descripción de los sueños que nos competen, seguida por un intento de aplicar la fórmula de su génesis:

Sueño A
Estoy en lo que parece ser el set de una película. Aparece algo así como un crew de noticias y se pone a entrevistar al director de la misma. Yo estoy sentada en un sofá con varias personas, junto a C, viendo cómo se desarrolla la entrevista. De pronto, C se acerca y comienza a hacerme piojito. Luego C me da un beso en el muslo.
Fin de Sueño A.

Aplicación de la fórmula para Sueño A
La Pa en este caso es una cierta entrevista para la cual necesito (o necesitaba, porque eso ya se arregló) un invitado, siendo C uno de los principales candidatos. El Af es la infatuación que me provoca (o, por lo menos, me provocaba dadas las circunstancias actuales) C. Al sumar ambos factores y multiplicarlos por el P.O -que aquí puede entenderse como las referencias a lo que implican una entrevista y el cine (también resulta que el trabajo de C está directamente relacionado con la industria cinematográfica)- tenemos el contexto de ocurrencia del sueño. La división de dicho resultado entre la I.O -indefinible por definición- genera esta breve escena en la cual hay un intento de aproximación de C hacia mi persona que el propio sueño interrumpe.

Sueño B
Una vez más soy roommate de D. Es una noche de tormenta y cada quien se va a su cuarto a dormir. Después de tratar de conciliar el sueño sin lograrlo, me levanto de la cama y salgo por un vaso con agua. Súbitamente me encuentro a D en la cocina, lo cual me da un gran susto. Acto seguido, nos besamos.
Fin de Sueño B.

Aplicación de la fórmula para Sueño B
La Pa en este caso es un viaje que espero realizar a Venecia (cuyos preparativos, he de confesar, me tienen un poco estresada). El Af del sueño es una mezcla de expectativas y recuerdos: poder, efectivamente, ir a Venecia -resulta que D es italiano- y evocar los buenos viejos tiempos que D y yo pasamos cuando compartíamos departamento. El P.O para este sueño es la referencia a mi posible travesía a Italia, siendo mi punto de partida más cercano la nacionalidad de D. Al dividir lo anterior por la I.O, el resultado (¿previsible? ¿lógico? ¿absurdo?) es un beso que D y yo, por cierto, nunca nos dimos en la vida real.

La aplicación de la fórmula de la génesis del sueño para estos dos casos, debido a que sucedieron la misma noche, también podría hacerse al conjugar el factor común en ambos: el muy distinto beso presente en cada escena onírica. Pero eso implica todo un replanteamiento de la posibilidad del análisis comparado, que debiera tener en cuenta los alcances y límites de la fórmula original. Así las cosas, creo que ésta nomás tuvo un resultado contundente: encontrar los tres pies del gato. Finalmente el encanto de los sueños radica en que son incomprensibles, en el gozo que provocan y que se vive como realidad, aunque sea por unos cuantos segundos nocturnos que después, si somos afortunados, la memoria guarda y reproduce a la mañana siguiente. Por esto y otras muchas razones no estudié matemáticas...

2 comentarios:

Unknown dijo...

Lo que no explicas es por qué te besan, o sea, por qué escoges una caricia en el sueño.

Me gustaría poder compartir mis sueños sin pudor para aplicarle las fórmulas pero tendré que hacerlo en la seguridad de la confidencialidad jejjeje

Montserrat Algarabel dijo...

Pues la verdad no se a ciencia cierta las razones de ambos besos... y por lo del pudor no te preocupes: ese con los años se va haciendo menos evidente, aunque siempre permanezca escondidillo. Un saludo, n.