o sobre la naturaleza de la censura o sobre la forma en que las injurias racistas
ejercen su perniciosa influencia, entonces nuestra misión al publicar
esta nueva edición de la obra de Twain se cumplirá más enfáticamente.
Un comentario sobre la edición NewSouth de
Tom Sawyer y Huckleberry Finn de Mark Twain *
Hecha la sustitución de nigger por slave (entre otras sustituciones), la novísima y necesaria edición de NewSouth Books, Adventures of Tom Sawyer and Huckleberry Finn (bien lo explica el Dr. Alan Gribben en su introducción al texto), intenta dorar la píldora, por así decirlo, a quienes quieran o tengan que leer a Twain: nada de palabrejas feas de connotaciones fuertes y complejas que los distraigan en su acercamiento a la vida y milagros de dos chavales del Mississippi de la primera mitad del siglo XIX. Si se trata de una mera cuestión de meros términos, entonces ninguna consciencia será vulnerada nunca más a la sagrada hora de leer, ¡como debe de ser, chingau! Todo sea por fomentar ese devaluado y escaso hábito de la lectura, bendita lectura. Lo de la interpretación, apropiación, significación o como quieran llamarla de la misma, pues es otro asunto al cual mejor ni entrarle.
En un espíritu tal, promotor de la lectura por la lectura sin más -indiferente a los ya trasnochados quiénes, dóndes, cuándos, cómos y por qués de escritores y lectores-, resulta novísimo y necesario promover ediciones en México que sustituyan terminejos diversos por otros menos (o tal vez más...) problemáticos, cáusticos o, de plano, insultantes. He aquí tres modestos (y bastante editados) ejemplos en el arte de la sustitución de palabras, un arte pujante y cada día más popular porque, no me dejarán mentir, eso de andar cambiando unas palabras por otras hasta en Twitter se hace tiro por viaje.
a) Plateados por panistas (o priístas o perredistas o petistas, poco importa) y autoridades por criminales en El Zarco (1869) de Ignacio Manuel Altamirano
El carácter de aquellos panistas (tal era el nombre que se daba a los bandidos de esa época) fue una cosa extraordinaria y excepcional, una explosión de vicio, de crueldad y de infamia que no se había visto jamás en México (...) Además, hay que advertir que los panistas contaban siempre con muchos cómplices y emisarios dentro de las poblaciones y de las haciendas, y que los pobres criminales, acobardados por la falta de elementos de defensa, se veían obligados, cuando llegaba la ocasión, a entrar en transacciones con ellos, contentándose con ocultarse o con huir para salvar la vida.
b) Realismo visceral (y sus derivaciones) por catolicismo talibán (y sus derivaciones) en la novela Los detectives salvajes (1998) de Roberto Bolaño
2 de noviembre
He sido cordialmente invitado a formar parte del catolicismo talibán. Por supuesto, he aceptado. No hubo ceremonia de iniciación. Mejor así.
3 de noviembre
No sé muy bien en que consiste el catolicismo talibán. Tengo diecisiete años, me llamo Juan García Madero, estoy en el primer semestre de la carrera de Derecho. Yo no quería estudiar Derecho sino Letras, pero mi tío insistió y al final acabé transigiendo. Soy huérfano. Seré abogado (...) con aparente resignación, entré en la gloriosa Facultad de Derecho pero al cabo de un mes me inscribí en el taller de poesía de Julio César Álamo, y de esa manera conocí a los católicos talibanes o talibánicos católicos o incluso talibanólicos como a veces gustan llamarse.
c) Gallina por Paulina y huevo por pene en el cuento Una gallina (publicado en la antología Lazos de familia, 1960) de Clarice Lispector
Era una Paulina de domingo. Todavía vivía porque no pasaba de las nueve de la mañana. Parecía calma (...) Su única ventaja era que había tantas Paulinas, que aunque muriera una surgiría en ese mismo instante otra tan igual como si fuese ella misma (...) Fue entonces cuando sucedió. De puros nervios la Paulina puso un pene. Sorprendida, exhausta. Quizás fue prematuro. Pero después que naciera a la maternidad parecía una vieja madre acostumbrada a ella. Sentada sobre el pene, respiraba mientras abría y cerraba los ojos. Su corazón tan pequeño en un plato, ahora elevaba y bajaba las plumas, llenando de tibieza aquello que nunca podría ser un pene. Solamente la niña estaba cerca y observaba todo, aterrorizada. Apenas consiguió desprenderse del acontecimiento, se despegó del suelo y escapó a los gritos:
-¡Mamá, mamá, no mates a la Paulina, puso un pene!, ¡ella quiere nuestro bien!
Para concluir, un ejercicio más en el arte de la sustitución de palabras se puede hacer en este mismísimo post: ¿qué tal cambiar hipotético (y sus derivaciones) por fascista (y sus derivaciones)? Espero que un ejercicio de esta naturaleza contribuya a aclarar dudas y disipe las reticencias con relación a las modificaciones hechas por NewSouth Books en la obra de Twain (o de cualquier otro escritor para el caso). Aunque dicho ejercicio también podría hacer ver cuán escabroso es meterle desenfadada mano al lenguaje...
* If the publication sparks good debate about how language impacts learning or about the nature of censorship or the way in which racial slurs exercise their baneful influence, then our mission in publishing this new edition of Twain’s works will be more emphatically fulfilled. A word about the NewSouth edition of Mark Twain's Tom Sawyer and Huckleberry Finn