domingo, 4 de septiembre de 2016

El demonio neón

Así como ya sabemos que le depara el destino a Nomi Malone (Elizabeth Berkley) cuando llega a Las Vegas en Showgirls (Paul Verhoeven, Francia / Estados Unidos, 1995), podemos imaginar las dificultades que enfrentará Jesse (Elle Fanning), protagonista de El demonio neón (The Neon Demon, Nicolas Winding Refn, Francia / Dinamarca / Estados Unidos, 2016), al arribar en Los Ángeles procedente de algún lugar en Georgia. Lo mismo aplica para Betty Elms (Naomi Watts) en Mulholland Drive (David Lynch, Estados Unidos, 2001): una chica pueblerina, más o menos ingenua y con harta sed de triunfo, seguramente encontrará algún alma caritativa que le ayude a sortear los desafíos de la gran ciudad mientras trata de alcanzar su sueño de fama y fortuna en el mundo del showbiz gringo. Pero, inevitablemente, las envidias, maldades y sucios trucos no se harán esperar porque la irrupción de esta fresh-faced girl en la competencia encarnizada del showbiz levantará (bajas) pasiones entre sus colegas, ya sean las más veteranas y colmilludas o las jóvenes medio desencantadas que comienzan a hartarse de todo lo que implica el numerito del éxito.  

Con base en esta premisa tan, pero tan trillada, El demonio neón construye una suerte de película de horror psicológico (según dicen Wikipedia y el marketing) para contarnos la increíble, triste y presuntamente terrorífica historia del paso fugaz de Jesse por el mundo de la moda. Y digo "una suerte de" porque el ritmo de esta película es desigual y su tono poco definido, lo cual es mi principal objeción con respecto a ella. Cuidado porque lo que sigue contiene varios spoilers.

Jesse, pues, llega a Los Ángeles y con bastante facilidad y rapidez logra un contrato en una prestigiosa agencia de modelos: tiene ese je ne sais quoi tan codiciado por la industria de la moda, un je ne sais quoi enfatizado hasta la saciedad en la película y que se resume simplonamente en ser demasiado joven, bastante inocente y muy bella. Jesse conoce a la maquillista Ruby (una extraordinaria Jena Malone) quien le presenta a otras dos modelos: Gigi (Bella Heathcote), plástica a más no poder, y Sarah (Abbey Lee), una chica atribulada porque cree que su inminente obsolescencia en la industria se avecina. La fascinación lésbica de Ruby por Jesse y los celos profesionales que despierta en Gigi y Sarah son evidentes: como dice Sarah, ¿quién prefiere la leche agria cuando puede comer carne fresca? Después de una exitosa pasarela, Jesse abraza el poder que su belleza le ha otorgado y, lógicamente, a Ruby, Gigi y Sarah sólo les queda una alternativa: comerse a Jesse enterita y bañarse en su sangre.

En términos formales, El demonio neón es espectacular: la fotografía de Natasha Braier es deslumbrante, así como el diseño de producción de Elliott Hostetter. La extraodinaria música original a cargo de Cliff Martínez -colaborador habitual de Refn- es el eslabón más sólido en el intento, fallido a mi parecer, de Refn por construir esa atmósfera ominosa, enigmática y hasta siniestra propia del terror psicológico, cuyo maestro indiscutible es Lynch. El demonio neón fracasa en lo que It Follows (David Robert Mitchell, Estados Unidos, 2014), esa verdadera joyita del cine indie de terror, logra con creces: la creación de un mundo pesadillesco y perturbador, familiar y bizarro a la vez, para el cual el alucinante soundtrack de Disasterpeace resulta pieza clave.

En otras palabras, la estructura narrativa, el ritmo y el tono de El demonio neón palidecen frente a su sólida propuesta audiovisual dado lo largo, aburrido y hasta anodino de muchas de sus secuencias, enmarcadas, es cierto, por un inicio y un final trepidantes. Prueba de ello es el desenlace de la trama, un auténtico shocker no tanto por la sangre y las vísceras a cuadro, sino porque resulta un poco gratuito. Si bien a lo largo de El demonio neón hay algunas referencias al hecho de que Jesse se convertirá en alimento para una industria que engulle, mastica y escupe a la gran mayoría de quienes tratan de "hacerla" en ella, la secuencia final literalmente nos lo muestra sin haber creado la atmósfera adecuada para que dicha secuencia sea efectiva y no meramente risible. He aquí más spoilers: tras cenarse a Jesse, Sarah acompaña a Gigi a una sesión fotográfica. En ésta, el fotógrafo-del-momento-con-cara-de-pocos-amigos-y-que-sólo-responde-a-su-arte Jack (Desmond Harrington) es seducido por el je ne sais quoi que devoró Sarah y que exuda hasta por la mirada. Jack despide a una de las modelos y le pide a Sarah que tome su lugar. Gigi comienza a sentir un malestar que la hace abandonar el set y se retira al baño donde vomita, entre otras cosas, un ojo de Jesse. Es posible que tanto je ne sais quoi crudo le haya sentado muy mal, nunca lo sabremos, pero Gigi opta por clavarse unas tijeras en el abdomen porque dice que debe sacarse a Jesse de las entrañas. Frente a este escena sangrienta, sólo parte del labio superior izquierdo de Sarah reacciona. Naturalmente (es lo que una haría en una situación similar, ¿no?), Sarah recoge el ojo vomitado, lo engulle como quien no quiere la cosa mientras una solitaria e inexpresiva lágrima desciende por su cara y vuelve al set, soberbia y muy profesional, como si nada. Fin.

No sé si fue el pequeño psicópata que vive dentro de mi quien se carcajeó al ver esta escena final (que de todas formas me parece genial precisamente por ser absurdísima) o si en realidad la conclusión de El demonio neón es tan inesperada y fuera de lugar que causa risas nerviosas y asquito en lugar de asombro. Asombro, pasmo y terror absoluto es lo que ocasiona -aguas, porque aquí viene otro spoiler de otra película- la escena en la cual Black Phillip, la cabra esa diabólica de La bruja (The Witch. A New-England Folktale, Robert Eggers, Estados Unidos / Canadá, 2015), le pregunta a Thomasin (Anya Taylor-Joy) qué es lo que desea. El demonio neón, pues, no logra este efecto en su audiencia: tal vez le falta todo el humor negro que Starry Eyes (Kevin Kölsch y Dennis Widmyer, Estados Unidos, 2014) explota y explora, otra película indie de horror que aborda el mismísimo tema de El demonio neón, pero cuyo buen timing hace que sus escenas gore (y miren que son varias y bien rudas) sean completa y disfrutablemente efectivas.

Si de dar estrellas se trata, El demonio neón tiene 3 de 5. 



Trailer, cortesía de Movieclips Trailers en YouTube.

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