Luna Nueva (Chris Weitz, 2009), la segunda de cuatro partes de La Saga Crepúsculo, se estrenó a escala mundial el pasado 20 de noviembre. Las fans de esta historia de amor entre una simple mortal, Bella Swan (Kirsten Stewart), y un inmortal vampiro, Edward Cullen (Robert Pattinson), se deleitaron masivamente con el romance, el suspenso y la acción de esta cinta y, de paso, a lo largo de solo un fin de semana dejaron en la taquilla estadounidense 142.8 millones de dólares. Un exitazo, dice la productora Summit Entertainment. Lástima que sea tan, pero tan mala y que esté plagada de monstruos, monstruos de mentiritas y de a deveras.
El primer monstruo de la película es la creadora de los libros en que ésta se basa: Stephenie Meyer. Ya aquí y aquí había expresado antes mis objeciones para con el mundo de ficción de Meyer. Además de destrozar el milenario mito vampírico con sus meyerpires que brillan bajo el sol (cual hadas, dicen muchos), en lugar de estallar y desintegrarse como haría cualquier vampiro decente, Meyer consigue algo aún peor con su Saga: promover la inserción de la lectora promedio (adolescente y conflictuada) en el lugar de Bella [1], su sosa e insoportable protagonista. Esto no sería ningún crimen si Bella no fuera la quintaesencia de los valores patriarcales; sumisa, siempre dependiente de un hombre (monstruo, más bien) para sentirse segura y realizada, madre-esposa por destino y decisión, superficial y materialista, Bella resulta un modelo a seguir fatal. Lo que nos lleva directamente al segundo monstruo de Luna Nueva, las fangirls.
Fangirls, twitards o twihards, las obsesionadas seguidoras de Meyer llegan a extremos insospechados cuando se trata de expresar su devoción por la Saga, ya sea en su forma literaria o fílmica. Porque estas chamacas no se quedan en los insultos verbales o los ataques ciberespaciales cuando se topan con alguien que no aprueba y/o critica la obra de Meyer: se van a los golpes y más que eso con resultados terroríficos [2]. Obnubiladas en su deseo de encontrar a su propio vampiro translúcido que, gracias a sus millones, las saque de la escuela y les resuelva la vida, algunas fangirls rompen huesos, muerden y arañan a los incautos que tratan de razonar con ellas: La Saga Crespúsculo es ficción chicas, y ficción de muy mala factura. Ahora si, vayamos a la película.
En pocas palabras, Luna Nueva es la parte de la Saga en que los amantes se separan porque su amor es imposible (eso si: nomás pa' volverse a juntar al final de la película). Meyer dice, y la cinta lo confirma en varias escenas, que Luna Nueva encontró su inspiración en Romeo y Julieta de William Shakespeare [3]. Edward se convence de que es un peligro para Bella después de que Jasper (Jackson Rathbone), uno de sus hermanos vampiros, ataca a Bella el mero día de su fiesta de cumpleaños. Edward decide terminar con la relación y deja a Bella deprimida y más chillante que nunca, por lo que ella busca consuelo en su amigo de la infancia, Jacob (Taylor Lautner). Bella se convierte en una adicta a la adrenalina porque cada vez que está en peligro ve a Edward (o sea: la sobreprotección de Edward la persigue incluso cuando él está ausente).
En el novamás de su adicción, Bella decide tirarse de un acantilado al mar, lo cual tiene graves consecuencias, no porque le pase algo a nuestra heroína -Jacob la salva, go figure- sino porque Alice (Ashley Greene), la hermana de Edward cuyo poder vampírico es tener visiones sobre el futuro, le dice a éste que Bella se suicidó. Acto seguido, Edward pierde las ganas de vivir (¿que no ya estaba muerto?) y huye a Volterra, Italia, con la intención de azuzar a los Volturi, la realeza vampírica en el mundo de Meyer, para que lo maten. El muy conveniente poder de Alice ve las intenciones de Edward y corre por Bella para que juntas viajen a Volterra y lo salven. Cosa que previsiblemente ocurre: los amantes regresan a los US of A sanos, salvos y reconciliados después de un encontronazo bárbaro entre vampiros (que abusa del efectismo de la cámara lenta) y de que Bella se luce con los Volturi, cuyos poderes parecen no afectarla en lo más mínimo. Y tan, tán: final feliz con propuesta de inmortalidad siempre y cuando haya matrimonio primero, un perfecto gancho para el taquillerísimo continuará en la siguiente entrega. Ah, y por cierto, Bella se da cuenta de que Jacob es... un hombre lobo.
La adaptación de Luna Nueva al cine evidencia repetidas veces la falta de oficio literario de Meyer. Porque el gran problema de esta película es la trama heredada directamente de la novela. El conflicto principal de Luna Nueva (que Edward deje a Bella, porque todo lo demás -las peleas entre los hombres lobo, la introducción desaprovechada de los Volturi, la discusión entre los Cullen sobre la posible conversión de Bella en una meyerpire- son anécdotas exploradas de manera incipiente para aderezar este conflicto) se resuelve de manera simplista con el argumento de que Edward reconoce que no puede vivir (pero insisto, ¿que no ya estaba muerto?) sin Bella: dice mi mamá que siempre no y ora si seamos felices para siempre. Dos horas y 10 minutos para esto. El acercamiento entre Bella y Jacob, que hubiera podido dar para mucho más, parece solo un pretexto tendiente a reforzar el estrecho vínculo entre los protagonistas: nada más alejado del triángulo amoroso que se promete para la cinta. Y encima, los monstruos de Luna Nueva, tanto los Volturi -que resultan un poco ridículos, a decir verdad- como los hombres lobo -que podrían haber sido personajes interesantes-, funcionan para lanzar uno que otro mal chiste: como cuando Alice le dice a Bella Anyone else would be better off when the vampires left town. But you have to start hanging out with the first monsters you can find o cuando Aro (Michael Sheen), el Volturi mayor, concluye I love a happy ending. They are so rare.
Creo que en este caso es inútil dar estrellas. Luna Nueva es una auténtica joyita de lo asqueroso y si quieren verla será bajo su propio riesgo.
NOTAS
1. Para una excelente y exhaustiva explicación (en video y en inglés) de este fenómeno, la serie de vlogs You are Bella de shmeiliarockie en Youtube resulta muy recomendable. shmeiliarockie básicamente explora las estrategias que La Saga Crepúsculo emplea para atrapar a sus lectoras, como son su necesidad de validación y la satisfacción de sus deseos (de manera vicaria, claro está) a través de Bella, una protagonista "perfecta" que consigue absolutamente todo lo que quiere y relata en primera persona sus aventuras entre tanto monstruo.
2. Twilight Sucks, una página dedicada a deconstruir La Saga Crepúsculo y sus repercusiones en la psique americana, ha complilado un Directorio de Ataques en el cual enumera los casos de agresión y acoso de las fangirls a todo aquel que no esté de acuerdo con ellas en que tal Saga es lo mejor que pudo haberle sucedido a la humanidad.
3. Huelga decir que esto en sí mismo es una monstruosidad: culpar a Shakesperare cuando se utiliza la excusa narrativa de la trágica separación de los amantes es ponerle mucha crema a los tacos porque tal leitmotif no es un recurso exclusivo de Romeo y Julieta. Si bien Shakespeare acuñó la frase star-crossed lovers -algo así como amantes maldecidos por un sino adverso-, existen muchos más casos en todas latitudes y momentos históricos: Leyla y Majnún, Popocatépetl e Iztaccíhualt, vamos, hasta Anakin Skywalker y Padme Amidala. Además, Romeo y Julieta está a años luz de maestría y sutileza comparada con Luna Nueva debido a incontables razones. La más sencilla es que Romeo y Julieta si crea y desarrolla personajes, mientras que Luna Nueva no.
Trailer, cortesía de clevvertv
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Una película de monstruos: hartos desvaríos sobre Luna Nueva
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domingo, 22 de noviembre de 2009
El boomerang de la justicia divina
Hoy me di cuenta de cuán cierto es que todo lo que hacemos a otros regresa a nosotros. Me descubrí a mi misma (porque, en teoría, hace mucho que no lo hago) pensando en las razones por las que terminó mi última relación. De pronto reparé en que el más reciente desenlace en mi historia amorosa fue exactamente lo mismo que pasó en mi primera relación, solo que al revés: me hicieron... no me agrada como suena eso, como víctima que se queja de la tragedia que sobrevino, pero en cierta medida ilustra muy bien el punto... repito y enfatizo: me hicieron lo que yo hice hace catorce años. No paso a paso como sucedió entonces, pero en esencia lo mismo, los mismos matices, creo que las mismas razones. Al boomerang de la justicia divina, para este acomodo particular de fuerzas, para saldar esta deuda, le tomó catorce años regresar.
Las veces que yo engañé, me engañaron; las veces que fui honesta, lo fueron conmigo; las veces que mentí, me mintieron; las veces que me enamoré, se enamoraron de mi, pero no en la misma relación (bueno: a veces si hubo sincronía). Tantas veces por igual medida el desencuentro y el encuentro tuvieron cabida en uno y otro lados. Es como si de la totalidad de las relaciones que uno tendrá en la vida -una especie de aleph del amor que, adivinaron, se aloja en un diminuto punto del corazón- se escogieron estos o aquéllos eventos para que acontezcan, digamos, en el primer encontronazo de personalidades que llamamos amor; después otro arreglo de los mismos sucesos y reacciones ocurre en la siguiente relación (y en la siguiente y en la siguiente). Cómo si el papel que nos tocó representar en una relación, en la siguiente (o en la siguiente o en la siguiente) le fuera dado a otro: todas las permutaciones posibles en cuanto a la asignación de personajes, pero siempre los mismos roles en las mismas situaciones con la finalidad (supongo) de vivir todas las versiones de la historia que sin duda es una y la misma.
Y si: me parece divinamente justo enterarme (tan tarde, tan a destiempo, tan inciertamente y solo en retrospectiva) de qué sintió x (o casi) cuando yo dije esto o lo otro, que resulta ser precisamente lo que me vienen a decir ahora. O qué fue lo que z pensó (o casi) cuando di lo que ahora me tocó recibir. La vida -o el amor, que para el caso es igual- no es una tómbola (sesuda conclusión): es un boomerang afinado con precisión celestial para dar en su blanco, aunque pueda demorarse décadas en hacerlo y, para servir fielmente a su propósito justiciero, tenga que hacerlo las veces que sea necesario. Algo así como esa canción tan linda de Jorge Drexler, Todo se transforma. Mejor los dejo con esta rolita de Air (que tal vez no tenga mucho que ver con estos desvaríos, pero me ambientó la escritura del post):
Las veces que yo engañé, me engañaron; las veces que fui honesta, lo fueron conmigo; las veces que mentí, me mintieron; las veces que me enamoré, se enamoraron de mi, pero no en la misma relación (bueno: a veces si hubo sincronía). Tantas veces por igual medida el desencuentro y el encuentro tuvieron cabida en uno y otro lados. Es como si de la totalidad de las relaciones que uno tendrá en la vida -una especie de aleph del amor que, adivinaron, se aloja en un diminuto punto del corazón- se escogieron estos o aquéllos eventos para que acontezcan, digamos, en el primer encontronazo de personalidades que llamamos amor; después otro arreglo de los mismos sucesos y reacciones ocurre en la siguiente relación (y en la siguiente y en la siguiente). Cómo si el papel que nos tocó representar en una relación, en la siguiente (o en la siguiente o en la siguiente) le fuera dado a otro: todas las permutaciones posibles en cuanto a la asignación de personajes, pero siempre los mismos roles en las mismas situaciones con la finalidad (supongo) de vivir todas las versiones de la historia que sin duda es una y la misma.
Y si: me parece divinamente justo enterarme (tan tarde, tan a destiempo, tan inciertamente y solo en retrospectiva) de qué sintió x (o casi) cuando yo dije esto o lo otro, que resulta ser precisamente lo que me vienen a decir ahora. O qué fue lo que z pensó (o casi) cuando di lo que ahora me tocó recibir. La vida -o el amor, que para el caso es igual- no es una tómbola (sesuda conclusión): es un boomerang afinado con precisión celestial para dar en su blanco, aunque pueda demorarse décadas en hacerlo y, para servir fielmente a su propósito justiciero, tenga que hacerlo las veces que sea necesario. Algo así como esa canción tan linda de Jorge Drexler, Todo se transforma. Mejor los dejo con esta rolita de Air (que tal vez no tenga mucho que ver con estos desvaríos, pero me ambientó la escritura del post):
Video, cortesía de mitsu4g63t
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miren cómo maquino...,
miren cómo me acuerdo...,
pero el amor esa palabra...
viernes, 20 de noviembre de 2009
Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo
El cine mexicano, después de mucho batallar, se ha reivindicado (por lo menos ante mis ojos). Voy llegando de ver la ópera prima de Yulene Olaizola, Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, y me pareció estupenda. No me pude aguantar las ganas de escribir sobre ella. He aquí las razones de tanta fantastiquez.
Rosita Carbajal ha administrado un pensión durante décadas. Por su enorme casa en la Colonia Anzures, localizada justo en la esquina de Shakespeare y Víctor Hugo, han pasado infinidad de inquilinos, pero hay uno que ella recuerda especialmente: Jorge Riosse. Jorge vivió en la pensión de Rosita durante 8 años en los cuales entablaron una cercana amistad. Rosita rememora esta cercanía y revela algunas intimidades de Jorge: su probable homosexualidad, su locura genial y los secretos de su vida antes de llegar a la pensión. Con el cuidado del anticuario que desempolva objetos del pasado para evitar que caigan en el olvido, Rosita muestra los cuadros que hizo Jorge -que en su mayoría representan mujeres-, sus escritos y hasta grabaciones de las canciones que entonaba acompañado de la guitarra. Pero el talento, como diría Wallace, es casi un don oscuro: a veces Jorge pasaba días enteros encerrado en su cuarto y más de una vez salió de la pensión de noche para regresar al día siguiente, sin que nadie supiera bien a bien qué hacía o adónde iba. Y luego sucedió la tragedia...
Gracias a una narración fluida y efectiva, Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo poco a poco se introduce en los recuerdos de Rosita (una mujer muy divertida e interesante, por cierto) para reconstruir la historia de Jorge y así ambos se convierten en personajes entrañables. El hecho de que la propia Yulene no oculte su presencia tras la cámara -Rosita es su abuela- crea un tono de frescura y proximidad que hace de este documental una experiencia muy disfrutable. La discreta inserción de la directora en las imágenes que muestra en pantalla (mediante su voz fuera de cuadro y su interacción con quienes participan en la cinta) evita la engañosa (y medio sangrona, diría yo) tendencia de algunos documentales de presentar al espectador "la realidad tal y como es", de manera antiséptica pues, mediante una lente en apariencia desvinculada de lo que sucede que juega a ser un ojo que todo lo ve. Nada más alejado de lo que presenta Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, un documental que con su honestidad narrativa y excelente factura logra atrapar al espectador y súbitamente lo sorprende. Si de dar estrellas se trata, yo le doy cinco de cinco.
Trailer cortesía de cineypantalla.
Rosita Carbajal ha administrado un pensión durante décadas. Por su enorme casa en la Colonia Anzures, localizada justo en la esquina de Shakespeare y Víctor Hugo, han pasado infinidad de inquilinos, pero hay uno que ella recuerda especialmente: Jorge Riosse. Jorge vivió en la pensión de Rosita durante 8 años en los cuales entablaron una cercana amistad. Rosita rememora esta cercanía y revela algunas intimidades de Jorge: su probable homosexualidad, su locura genial y los secretos de su vida antes de llegar a la pensión. Con el cuidado del anticuario que desempolva objetos del pasado para evitar que caigan en el olvido, Rosita muestra los cuadros que hizo Jorge -que en su mayoría representan mujeres-, sus escritos y hasta grabaciones de las canciones que entonaba acompañado de la guitarra. Pero el talento, como diría Wallace, es casi un don oscuro: a veces Jorge pasaba días enteros encerrado en su cuarto y más de una vez salió de la pensión de noche para regresar al día siguiente, sin que nadie supiera bien a bien qué hacía o adónde iba. Y luego sucedió la tragedia...
Gracias a una narración fluida y efectiva, Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo poco a poco se introduce en los recuerdos de Rosita (una mujer muy divertida e interesante, por cierto) para reconstruir la historia de Jorge y así ambos se convierten en personajes entrañables. El hecho de que la propia Yulene no oculte su presencia tras la cámara -Rosita es su abuela- crea un tono de frescura y proximidad que hace de este documental una experiencia muy disfrutable. La discreta inserción de la directora en las imágenes que muestra en pantalla (mediante su voz fuera de cuadro y su interacción con quienes participan en la cinta) evita la engañosa (y medio sangrona, diría yo) tendencia de algunos documentales de presentar al espectador "la realidad tal y como es", de manera antiséptica pues, mediante una lente en apariencia desvinculada de lo que sucede que juega a ser un ojo que todo lo ve. Nada más alejado de lo que presenta Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, un documental que con su honestidad narrativa y excelente factura logra atrapar al espectador y súbitamente lo sorprende. Si de dar estrellas se trata, yo le doy cinco de cinco.
Trailer cortesía de cineypantalla.
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jueves, 19 de noviembre de 2009
FarmVille
Ayer decidí tomarme un descanso del mundanal ruido de la ciudad y de tanto reventón y me fui a mi granjita. Me puse a sembrar fresas, berenjenas, un poquito de arroz, soya, calabazas y hartos calabacines. Mis buenos vecinos me regalaron varias pacas de heno y una carpita blanca de descanso monísima. Las fresas se dieron tan rápidamente que con el dinero de su venta me compré dos topiarios en forma de borrego y unos cuantos metros de cerca blanca. Ayyy, ¡cómo me gusta mi granjita! He aquí una foto (la del mohawk morado soy yo y los destellos sobre mis parcelas son efecto del fertilizante virtual):
Pues si: caí en la trampa de FarmVille y ahora soy una granjerita virtual. FarmVille es un juego de Zynga, empresa desarrolladora de este tipo de aplicaciones para Facebook y MySpace situada en San Francisco, California, y resulta una simulación en tiempo real de una granja con todo lo que esto implica: uno ara la tierra, compra semillas y las siembra, espera a que se den los frutos del arduo trabajo y con solo un click los cosecha, por lo cual recibe monedas de la "venta" de los productos que funcionan para empezar el ciclo otra vez. También se pueden comprar animales -desde ovejas blancas y negras hasta elefantes morados-, árboles de todo tipo cuyo fruto madura poco a poco, decoraciones -desde estanques de varios tamaños hasta espantapájaros rosa-, edificios -desde casas solariegas hasta quioscos [1]- y vehículos como tractores y cosechadoras con todo y combustible. También se puede expandir el terruño y convertirlo en toda una plantación. Eso si: todo depende de cuántos niveles se alcancen en el juego, lo que va permitiendo que se abran más opciones de artículos para comprar, y de cuántas monedas se tengan (aunque también se pueden comprar créditos para jugar con dinero de verdad). Como dice Marcela: hacerse de la granjita virtual es un gran paso en el ciberocio.
FarmVille es el juego de Facebook que ha crecido con más rapidez: fue lanzado el 19 de junio de 2009 y para el 9 de noviembre sumaban ya 63.7 millones de usuarios activos. Me parece sorprendente que habiendo juegos como Mafia Wars (que también desarrolla Zynga y solo en Facebook tiene 25.9 millones de usuarios activos) quienes están en Facebook prefieran la paz y tranquilidad de una granjita a las emociones fuertes de los ambientes virtuales atascados de sangre y violencia [2]. Se pueden adelantar infinidad de razones por las que esto sucede, pero me parece que el gran atractivo de FarmVille consiste en la mezcla de tres factores: la posibilidad de crear un espacio propio, una representación virtual de la persona y su mundo [3]; la competencia entre jugadores (ver quien tiene más cerezos, más tortugas, más carretas, más...); y la solidaridad entre los mismos (uno puede ayudar a los vecinos en sus granjitas al fertilizar sus cosechas, por ejemplo). El énfasis de FarmVille se centra en la acumulación de bienes y la expansión del terreno ya que la interacción entre jugadores está muy limitada: solo se puede visitar la granja del vecino para ahuyentar a los topos, cuervos o zorros que asustan a sus animalitos, barrer las hojas caidas o desyerbar las parcelas. O sea: FarmVille saca a relucir al pequeño terrateniente que uno lleva dentro.
Además están las características de personalidad que pueden intuirse cuando se visita la granjita de un vecino: lo primero que a mi se me ocurrió (pero me hacen falta monedas para concretarlo) fue cercar completamente mi granja. ¿Qué tal que llegan unos vándalos campiranos y me destrozan los cultivos porque aún no tengo animalitos que se puedan robar? Hay granjas super ordenadas, granjas descuidadas, granjas bien fashion y otras que harían palidecer de envidia al mismísimo Enrique "Copetitos-Astro Boy" Peña Nieto.
FarmVille equivale a horas y horas de sana, sanísima diversión. Aquí no se matan cerditos ni se castran toros (porque no hay toros), nomás se echan a perder los cultivos si uno no los cosecha a tiempo (lo que requiere horas y horas de cuidado y atención). El problema es que por andar de granjerita virtual se le olvida a uno trifulquear sobre asuntos reales de importancia. En una de esas, el objetivo secreto de FarmVille es hacernos unos agricultores-ganaderos-latifundistas tan buena onda que la problemática situación del mundo nos pase por encimita, siempre y cuando avancemos otro nivel en el juego.
NOTAS
1. Hasta que entré a FarmVille me enteré de cual es el fantástico nombre en inglés para los quioscos: gazebos.
2. Tal vez este comentario sea extremadamente incorrecto, pero a mi enferma imaginación se le ocurre una versión de FarmVille en que existen cuatreros malaonda que se roban tus vacas, miembros del KKK que incendian tu granero (con todo y esclavos adentro) y multinacionales que te demandan porque sus semillas transgénicas de patente infestaron tus cultivos... Ahhh, las posibilidades del horror son infinitas...
3. Como sucede en YoVille, otro juego de Zynga para Facebook y MySpace, en el cual el usuario crea su propio departamento y lo va decorando en función del dinero que logra por trabajar y realizar otras actividades. Pero YoVille solo tiene 7.8 millones de usuarios activos en Facebook: entonces, ¿cuál es el gran atractivo de la vida campirana?
Información sobre Zynga, FarmVille y Mafia Wars, cortesía de Wikipedia.
FarmVille es el juego de Facebook que ha crecido con más rapidez: fue lanzado el 19 de junio de 2009 y para el 9 de noviembre sumaban ya 63.7 millones de usuarios activos. Me parece sorprendente que habiendo juegos como Mafia Wars (que también desarrolla Zynga y solo en Facebook tiene 25.9 millones de usuarios activos) quienes están en Facebook prefieran la paz y tranquilidad de una granjita a las emociones fuertes de los ambientes virtuales atascados de sangre y violencia [2]. Se pueden adelantar infinidad de razones por las que esto sucede, pero me parece que el gran atractivo de FarmVille consiste en la mezcla de tres factores: la posibilidad de crear un espacio propio, una representación virtual de la persona y su mundo [3]; la competencia entre jugadores (ver quien tiene más cerezos, más tortugas, más carretas, más...); y la solidaridad entre los mismos (uno puede ayudar a los vecinos en sus granjitas al fertilizar sus cosechas, por ejemplo). El énfasis de FarmVille se centra en la acumulación de bienes y la expansión del terreno ya que la interacción entre jugadores está muy limitada: solo se puede visitar la granja del vecino para ahuyentar a los topos, cuervos o zorros que asustan a sus animalitos, barrer las hojas caidas o desyerbar las parcelas. O sea: FarmVille saca a relucir al pequeño terrateniente que uno lleva dentro.
Además están las características de personalidad que pueden intuirse cuando se visita la granjita de un vecino: lo primero que a mi se me ocurrió (pero me hacen falta monedas para concretarlo) fue cercar completamente mi granja. ¿Qué tal que llegan unos vándalos campiranos y me destrozan los cultivos porque aún no tengo animalitos que se puedan robar? Hay granjas super ordenadas, granjas descuidadas, granjas bien fashion y otras que harían palidecer de envidia al mismísimo Enrique "Copetitos-Astro Boy" Peña Nieto.
FarmVille equivale a horas y horas de sana, sanísima diversión. Aquí no se matan cerditos ni se castran toros (porque no hay toros), nomás se echan a perder los cultivos si uno no los cosecha a tiempo (lo que requiere horas y horas de cuidado y atención). El problema es que por andar de granjerita virtual se le olvida a uno trifulquear sobre asuntos reales de importancia. En una de esas, el objetivo secreto de FarmVille es hacernos unos agricultores-ganaderos-latifundistas tan buena onda que la problemática situación del mundo nos pase por encimita, siempre y cuando avancemos otro nivel en el juego.
NOTAS
1. Hasta que entré a FarmVille me enteré de cual es el fantástico nombre en inglés para los quioscos: gazebos.
2. Tal vez este comentario sea extremadamente incorrecto, pero a mi enferma imaginación se le ocurre una versión de FarmVille en que existen cuatreros malaonda que se roban tus vacas, miembros del KKK que incendian tu granero (con todo y esclavos adentro) y multinacionales que te demandan porque sus semillas transgénicas de patente infestaron tus cultivos... Ahhh, las posibilidades del horror son infinitas...
3. Como sucede en YoVille, otro juego de Zynga para Facebook y MySpace, en el cual el usuario crea su propio departamento y lo va decorando en función del dinero que logra por trabajar y realizar otras actividades. Pero YoVille solo tiene 7.8 millones de usuarios activos en Facebook: entonces, ¿cuál es el gran atractivo de la vida campirana?
Información sobre Zynga, FarmVille y Mafia Wars, cortesía de Wikipedia.
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la culpa es de Facebook,
politiquerías,
quisiera ser antropóloga
viernes, 13 de noviembre de 2009
Futurismos académicos y etiqueta cinematográfica
C, muy seria y profesional, concluye: ... y esa es la idea del Diplomado.
Silencio.
Yo me agarro de mi taza y pienso: ¡Qué nervios! Este hombre impone de verdad...
En la Sala de Juntas donde estamos la tensión se puede cortar con la cuchara del café.
HH revisa la copia del programa que le dimos y dice: Su propuesta me parece muy interesante, muy bien armada pero, ¿ustedes que quieren específicamente de nosotros? Por lo que veo aquí ya tienen todas las fechas dispuestas y los ponentes agendados...
Yo, haciendo acopio de valor, le digo: Pues queremos que usted sea parte de la última mesa redonda del Diplomado, la número 17, sobre Escuelas de Cine en México.
HH busca la información en su copia del programa.
HH nos mira por encima de los lentes y dice: Veo que ya invitaron al CUEC...
Yo pienso: Ay... ¿estaremos rompiendo alguna ley no escrita de la etiqueta cinematográfica?
HH continúa: ...y a Centro y a la Ibero...
Como caida del cielo, BN pregunta: ¿Qué día tienen pensado que sea esta mesa redonda?
C responde: El 8 de septiembre de 2010.
HH exclama en tono sorprendido: ¿8 de septiembre de 2010? ¡No se si llegaré vivo a ese día!
BN dice: Con el calentamiento global, los polos derritiéndose y la guerra contra el narco está difícil...
HH dice: Para esas fechas puede que haya hawaiianos en el Tibet...
HH suelta una carcajada. Se quita los lentes para echarle una mirada cómplice a BN mientras la risa se desperdiga por la Sala.
HH dice: Está bien que planeen pero ¡con tanto tiempo de anticipación! Ustedes son unas sociólogos futuristas, ¿eh?
C y yo no podemos evitar seguir riendo.
La tensión desaparece por completo.
C se recupera y dice: Lo hemos hecho así para sacar el poster y el tríptico del Diplomado con la mayoría de los ponentes confirmados, si es posible.
BN dice: Uyyy, pero si las agendas de la gente de cine no sirven para nada: ¡cambian todo a última hora!
Yo digo: Las confirmaciones que hemos recibido dependen de que los realizadores o actores no estén en rodaje. Aunque parece que los académicos disfrutan el futurismo porque la mayoría ya confirmó sin asomo de duda (según ellos). Sacaron sus agendas y marcaron el día...
HH dice: Pues me parece excelente: acepto participar, siempre y cuando aún exista vida sobre la tierra para esas fechas. Pero no se les olvide recordarme unos días antes.
C y yo suspiramos de alivio.
C asegura: Así lo haremos.
BN dice con una sonrisa: Y si necesitan cualquier otra cosa no duden en pedirla.
BN y HH se despiden amablemente. C y yo festejamos un encuentro exitoso entre académicos y cineastas. Nomás faltan como otros cinco...
Silencio.
Yo me agarro de mi taza y pienso: ¡Qué nervios! Este hombre impone de verdad...
En la Sala de Juntas donde estamos la tensión se puede cortar con la cuchara del café.
HH revisa la copia del programa que le dimos y dice: Su propuesta me parece muy interesante, muy bien armada pero, ¿ustedes que quieren específicamente de nosotros? Por lo que veo aquí ya tienen todas las fechas dispuestas y los ponentes agendados...
Yo, haciendo acopio de valor, le digo: Pues queremos que usted sea parte de la última mesa redonda del Diplomado, la número 17, sobre Escuelas de Cine en México.
HH busca la información en su copia del programa.
HH nos mira por encima de los lentes y dice: Veo que ya invitaron al CUEC...
Yo pienso: Ay... ¿estaremos rompiendo alguna ley no escrita de la etiqueta cinematográfica?
HH continúa: ...y a Centro y a la Ibero...
Como caida del cielo, BN pregunta: ¿Qué día tienen pensado que sea esta mesa redonda?
C responde: El 8 de septiembre de 2010.
HH exclama en tono sorprendido: ¿8 de septiembre de 2010? ¡No se si llegaré vivo a ese día!
BN dice: Con el calentamiento global, los polos derritiéndose y la guerra contra el narco está difícil...
HH dice: Para esas fechas puede que haya hawaiianos en el Tibet...
HH suelta una carcajada. Se quita los lentes para echarle una mirada cómplice a BN mientras la risa se desperdiga por la Sala.
HH dice: Está bien que planeen pero ¡con tanto tiempo de anticipación! Ustedes son unas sociólogos futuristas, ¿eh?
C y yo no podemos evitar seguir riendo.
La tensión desaparece por completo.
C se recupera y dice: Lo hemos hecho así para sacar el poster y el tríptico del Diplomado con la mayoría de los ponentes confirmados, si es posible.
BN dice: Uyyy, pero si las agendas de la gente de cine no sirven para nada: ¡cambian todo a última hora!
Yo digo: Las confirmaciones que hemos recibido dependen de que los realizadores o actores no estén en rodaje. Aunque parece que los académicos disfrutan el futurismo porque la mayoría ya confirmó sin asomo de duda (según ellos). Sacaron sus agendas y marcaron el día...
HH dice: Pues me parece excelente: acepto participar, siempre y cuando aún exista vida sobre la tierra para esas fechas. Pero no se les olvide recordarme unos días antes.
C y yo suspiramos de alivio.
C asegura: Así lo haremos.
BN dice con una sonrisa: Y si necesitan cualquier otra cosa no duden en pedirla.
BN y HH se despiden amablemente. C y yo festejamos un encuentro exitoso entre académicos y cineastas. Nomás faltan como otros cinco...
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autobiográficos,
conversaciones,
dicen que así sucedió,
pero qué felicidad...,
quisiera ser antropóloga
lunes, 9 de noviembre de 2009
De las razones de un desvelo sostenido
Para Hafiza, porque a pesar de que
vaya que el gusto se rompe en géneros,
su fiesta de cumpleaños fue todo un éxito...
vaya que el gusto se rompe en géneros,
su fiesta de cumpleaños fue todo un éxito...
Después de más de 15 años de no vernos, el viernes vinieron a casa amigos del siglo pasado con quienes compartí ese primer año de universidad que tan definitorio resulta. Entre vino tinto, ron y cantidades industriales de cigarros, hablamos de lo que lógica y nostálgicamente se habla en este tipo de reuniones: anécdotas de todos colores, recuerdos propios y ajenos y, sobre todo, reconstrucciones polémicas de aquéllos tiempos (en el caso de las historias compartidas la memoria juega trucos en apariencia descabellados porque, ¿quién puede tener la completa certeza de qué fue lo que en realidad ocurrió?). También hablamos de cuando los caminos se bifurcaron y cada quien tomó el suyo, del "¿¡qué ha sido de tu vida en todos estos años!?" que tanta curiosidad provoca e invariablemente termina sorprendiendo. A estas alturas del partido, la vida ha consistido en bodas, bautizos y divorcios, chambas variopintas y renuncias (forzadas o voluntarias), cambios de domicilio y vocación y todo aquello que pasa cuando uno ya empieza a contar las décadas en lugar de los años. Justo en el momento cumbre de la reunión convertida en gran reventón alguien dijo algo a lo que yo respondí: "eso merece una entrada en mi blog", pero ahora he olvidado quién lo dijo y qué fue (porque, de lo contrario, hubiera escrito una conversación al estilo de las que ya he publicado aquí). Algo mordaz sobre los fracasos matrimoniales de D (o sobre el gay que lleva dentro); algo chusco sobre la adscripción política blanquiazul de C y cómo lo explotan en su trabajo; algo serio y consternado sobre los anhelos de auto exilio de E o algo sobre... El caso es que D, N y yo acabamos compartiendo algo más que la cama (y comprobando que, por lo menos, dentro de D si habita un pequeño bisexual que sale tímidamente y muy de vez en cuando) y entre tanto trajín pudimos dormir hasta las 8 am.
***
El sábado llegaron a casa J y M: vienen de rolar por el sureste y piensar continuar su viaje después de una breve estancia en el DF. 17 horas de camino impidieron que J y M se animaran a ir a la Fiesta del Siglo. Y vaya que la Fiesta del Siglo hizo honor a su nombre: contó con un set de música de 8 horas en el cual se recopilaron solo algunas de las canciones favoritas (de 1900 a 2009) de quienes si escribieron y mandaron una lista de complacencias (¡cuánto me arrepiento de no haber hecho la mía!). Yo había dormido unas tres horas pero no podía faltar: entre la curiosidad de saber cuáles eran las rolas, quién las había pedido y la añoranza de ver a mis amigos más queridos, hice acopio de valor y llegue a la cita. Fui muy feliz escuchando a Gershwin, Nina Simone y John Coltrane; cuando llegaron los setenta bailamos y bailamos desde ABBA hasta los Doors. Para reavivar una tradición que estaba a punto de perderse, hicimos nuestro clásico karaoke coreográfico de Bohemian Rhapsody. T y E se batieron en un fabuloso duelo dancístico con Another brick in the wall. Todo iba muy bien hasta que, a eso de las 4 am, llegaron los 90 y comenzó la pesadilla. La mayoría de los invitados ya se había ido para entonces porque el reven parecía más maratón que otra cosa. Quienes nos quedamos estábamos un poco fastidiados por el cansancio o por haber escuchado ya varias rolitas que nomás no nos gustan o, de plano, por los efectos del consumo excesivo del alcohol, aunados a lo que ya empezaba a ser una cruda monumental. Seis rolas dance y ver contonearse a K casi me provocan un infarto o, por lo menos, daño cerebral irreversible. También me hicieron preguntar: pero, ¿dónde andaba en los noventa que no reconozco esta música? Afortunadamente, el inicio de este siglo fue genial: un poco de rai, otro tanto de balkan music, Delfin hasta el fin (muchas de las canciones del set eran chistes locales) y mi descubrimiento de Soulwax (gracias K: ¡si que te reivindicaste después de hacerme sufrir tanto!) me ayudaron a seguir bailando hasta la última canción que sonó pasaditas las 7 de la mañana. Resultado de la Fiesta del Siglo: regresé a casa a las 8 am...
El sábado llegaron a casa J y M: vienen de rolar por el sureste y piensar continuar su viaje después de una breve estancia en el DF. 17 horas de camino impidieron que J y M se animaran a ir a la Fiesta del Siglo. Y vaya que la Fiesta del Siglo hizo honor a su nombre: contó con un set de música de 8 horas en el cual se recopilaron solo algunas de las canciones favoritas (de 1900 a 2009) de quienes si escribieron y mandaron una lista de complacencias (¡cuánto me arrepiento de no haber hecho la mía!). Yo había dormido unas tres horas pero no podía faltar: entre la curiosidad de saber cuáles eran las rolas, quién las había pedido y la añoranza de ver a mis amigos más queridos, hice acopio de valor y llegue a la cita. Fui muy feliz escuchando a Gershwin, Nina Simone y John Coltrane; cuando llegaron los setenta bailamos y bailamos desde ABBA hasta los Doors. Para reavivar una tradición que estaba a punto de perderse, hicimos nuestro clásico karaoke coreográfico de Bohemian Rhapsody. T y E se batieron en un fabuloso duelo dancístico con Another brick in the wall. Todo iba muy bien hasta que, a eso de las 4 am, llegaron los 90 y comenzó la pesadilla. La mayoría de los invitados ya se había ido para entonces porque el reven parecía más maratón que otra cosa. Quienes nos quedamos estábamos un poco fastidiados por el cansancio o por haber escuchado ya varias rolitas que nomás no nos gustan o, de plano, por los efectos del consumo excesivo del alcohol, aunados a lo que ya empezaba a ser una cruda monumental. Seis rolas dance y ver contonearse a K casi me provocan un infarto o, por lo menos, daño cerebral irreversible. También me hicieron preguntar: pero, ¿dónde andaba en los noventa que no reconozco esta música? Afortunadamente, el inicio de este siglo fue genial: un poco de rai, otro tanto de balkan music, Delfin hasta el fin (muchas de las canciones del set eran chistes locales) y mi descubrimiento de Soulwax (gracias K: ¡si que te reivindicaste después de hacerme sufrir tanto!) me ayudaron a seguir bailando hasta la última canción que sonó pasaditas las 7 de la mañana. Resultado de la Fiesta del Siglo: regresé a casa a las 8 am...
... justo cuando J y M estaban despertando. Tomamos te (yo seguí fumando) y platicamos. Ya para las 9 am mi estado era deplorable: como hasta este fin de semana llevaba casi seis meses de monasticismo y exilio de interiores, tanto reven y trajín hicieron que me retirara a mis aposentos a pesar de que la conversación estaba muy buena. Me desperté a medio día porque supuestamente tenía (y tengo) muchas cosas que hacer (léase: primer capítulo de la tesis). Mis intenciones de trabajar tuvieron una corta vida: L llamó por teléfono y salí a comer con algunos de los supervivientes de la Fiesta del Siglo. Regresamos a casa para lo que creí sería una tranquila tarde dominguera de te y galletitas pero una cosa llevó a la otra y de nuevo acabó en desvelo. Después de la retirada del contingente de valientes que sobrevivieron a la Fiesta del Siglo, M, S y yo nos quedamos platicando sobre las curiosidades del lenguaje y las peculiaridades del encontronazo entre culturas. Como M es alemán, S y yo intentamos hacerle justicia a la riqueza de los albures y la chingada (no crean que nos albureamos a M, solo le dimos algunas ideas al respecto) y hasta aprendí a decir "vamos a trifulquear ahora" en lengua germana: Lass uns jetzt streiten!!! A pesar de mis ánimos trifulqueadores, nuestras disquisiciones madrugadoras llegaron a su fin casi a las tres. Lo más interesante del asunto es que es muy probable que esta semana olvide el monasticismo, cuelgue los hábitos y deje la austeridad del claustro: teniendo aquí a J y M solo por unos días más se me hace mala onda no sacarlos de reven... ayyy...
Música cortesía de MASS1MO0.
Música cortesía de MASS1MO0.
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dicen que así sucedió,
miren cómo me acuerdo...,
música
martes, 3 de noviembre de 2009
Segundas partes nunca fueron buenas: el caso de Donnie Darko y S.Darko
Donnie Darko (2001) es una mis películas favoritas. Escrita y dirigida por Richard Kelly, esta cinta que mezcla de manera muy afortunada varios géneros -ciencia ficción, misterio y hasta thriller psicológico- se convirtió rápidamente en un clásico de culto. Y no es para menos: vean nada más que cosa tan maravillosa:
Esta es una de las primeras secuencias de la cinta [1]. Podría dar la impresión de ser la típica película gringa de estudiantes de high school que uno ya ha visto hasta el cansancio (con ver a Drew Barrymore a cuadro basta para suponer eso), pero no. Corre el año de 1988: Donnie (un Jake Gyllenhaal estupendo) es un adolescente atribulado que confunde la realidad con la fantasía, padece sonambulismo y siente que la vida no tiene sentido. Está obsesionado con la posibilidad de viajar en el tiempo y con un tal conejo Frank [2], bastante macabro por cierto, que lo visita en sueños y visiones para advertirle de la llegada del fin del mundo en exactamente 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos. Sus padres, obviamente consternados, lo mandan a terapia solo para descubrir que Donnie podría tener otro brote psicótico: al pobre ya le habían diagnosticado esquizofrenia antes. Encima de todo esto, una noche cae en casa de los Darko la turbina de un avión, destrozando por completo el cuarto de Donnie quien, debido a su sonambulismo, estaba durmiendo plácidamente en un campo de golf.
Donnie trata de encontrar algún sentido entre tanto sinsentido, al tiempo que sus alucinaciones cada vez se ponen más densas; es un chico sensible e inteligente pero pareciera que la vida es demasiado absurda como para hallarle el gusto. En su clase de Inglés, Donnie conoce a Gretchen (Jena Malone) e inmediatamente se identifican. Ella también parece tener una vida difícil: su madre se divorció de su padrastro porque éste intentó matarla y aún está fugitivo, por lo que Gretchen espera que lo peor pase en cualquier momento.
Ya no les contaré más de Donnie Darko [3]. De verdad merece la pena verla. Dicen que el Director's Cut, que aún no veo, es todavía mejor. Solo diré dos cosas: que Donnie Darko resulta una crítica punzante a la hipocresía del mundo adulto y que su reconstrucción de finales de los ochenta, vía un soundtrack fabuloso, es verdaderamente excelente [4]: además de Head over heels de Tears for Fears también incluye The killing moon de Echo & the Bunnymen, Notorious de Duran Duran, Under the milkyway de The Church y Love will tear us apart de Joy Division. De lo que si quiero hablar es de la secuela de Donnie Darko, la muy trasnochada y nadita recomendable S.Darko (Chris Fisher, 2009). He aquí el trailer:
Después del trailer ya no es necesario ver S.Darko; es más, estos 2 minutos con 24 segundos son mucho más claros e inteligibles que la propia película: así de mala es. Con razón Richard Kelly se deslindó por completo de este proyecto. S.Darko supuestamente da seguimiento a la historia de Donnie a través de su hermana Sam (Daveigh Chase, quien retoma su papel de la primera cinta). Ahora es 1995: Sam ha crecido y junto con su amiga Corey (Briana Evigan) emprende el viaje de Virginia hacia California para convertirse en bailarina profesional. El viaje se interrumpe cuando su auto sufre un desperfecto que deja a las chicas varadas en Conejo Springs (wtf???), Utah. Mientras esperan a que Randy (Ed Westwick), un misterioso galán de pueblo, arregle el auto, Sam empieza a tener sueños extraños y visiones en las que ella misma le indica a Justin (James Lafferty), un joven y loco veterano de la Tormenta del Desierto, que el mundo se va a acabar en 4 días, 17 horas, 26 minutos y 31 segundos. ¡Otra vez la burra al trigo (pero ahora con muchísimo menos tiempo para hacer algo, si es que algo se puede hacer ante la inminencia del armageddon)!
Es inútil tratar de resumir la trama de esta película. Tendría que contarles casi todo lo que pasa y no quiero aburrirlos con tanta monserga [5]. S.Darko explota infinidad de paralelismos con la película que, en teoría, le dio origen, pero no hay un hilo conductor coherente y al final deja varios cabos sueltos. Además de los conejos malignos, el sonambulismo y la curiosidad por viajar en el tiempo que Donnie inexplicablemente hereda a su hermana Sam, S.Darko también tiene un incendio: mientras que en Donnie Darko se quema la casa del super positivo y buena onda (pero muy perverso) motivador profesional Jim Cunningham (el recientemente finado Patrick Swayze), la Iglesia del sospechosito Padre John Wayne [6] (Matthew Davis) arde en llamas en S.Darko; también hay una fiesta, con todo y escenas de chavos disfrazados brincando en un tumbling, aunque más chafa que la de Donnie Darko; también hay marquesinas que despliegan los títulos de las películas del momento -The last temptation of Christ en Donnie Darko y Twelve Monkeys en S.Darko-; y en la secuela también hay (más de) un fatal accidente automovilístico, como sucede en su antecesora.
El soundtrack de S.Darko es decepcionante, gris y triste: no se si fue por cuestión de derechos o qué, pero si se trataba de ambientar 1995 rolas como You oughta know de Alanis Morissette, Connection de Elastica, la versión de Sweet dreams de Marilyn Manson, High & dry de Radiohead, Sour times de Portishead y hasta Kiss from a rose de Seal (nomás por mencionar seis) brillan por su ausencia. Sobre todo creo que parte del éxito de Donnie Darko, además de un impecable guión, radica en la gran actuación de Jake Gyllenhaal, quien tampoco aparece en esta presunta secuela. Daveigh Chase podría muy bien ser un clon de Belinda, por parecérsele físicamente y por no ser una actriz sobresaliente; como resultado, Sam luce perdida y ausente durante toda la película y nunca logra expresar esa mezcla de locura y vulnerabilidad que hicieron memorable a Donnie como personaje. Si de dar estrellas se trata, S.Darko merece, viéndose buena onda, menos dos estrellas.
NOTAS
1. Y tal vez una de las pocas secuencias de la cinematografía mundial en que me parece muy efectiva -y no efectista- la combinación del uso de la cámara lenta y la rápida.
2. Que resulta graciosísimo si uno recuerda al Mago Frank y a su inseparable compañero, el conejo Blas.
3. Aunque el trailer que están por ver revela dos tres cosas sobre el final de Donnie Darko...
4. Sobre todo para aquellos que, como yo, precisamente estaban en tercero de secundaria en ese glorioso año de 1988. Ah, ¡que recuerdos!
5. Para eso sirve Wikipedia: pica aquí y podrás leer en inglés casi casi el guión de S.Darko.
6. ¿Gacy? ¿Será el nombre de este personaje una tétrica referencia al infame asesino serial de jóvenes y adolescentes John Wayne Gacy? ¿Será que S.Darko explica así lo inexplicable de los niñitos que Sam encuentra encerrados en una mina? Vaya usted a saber...
Clip de Donnie Darko, cortesía de oggywoggy.
Trailer de S.Darko, cortesía de foxabulous.
Esta es una de las primeras secuencias de la cinta [1]. Podría dar la impresión de ser la típica película gringa de estudiantes de high school que uno ya ha visto hasta el cansancio (con ver a Drew Barrymore a cuadro basta para suponer eso), pero no. Corre el año de 1988: Donnie (un Jake Gyllenhaal estupendo) es un adolescente atribulado que confunde la realidad con la fantasía, padece sonambulismo y siente que la vida no tiene sentido. Está obsesionado con la posibilidad de viajar en el tiempo y con un tal conejo Frank [2], bastante macabro por cierto, que lo visita en sueños y visiones para advertirle de la llegada del fin del mundo en exactamente 28 días, 6 horas, 42 minutos y 12 segundos. Sus padres, obviamente consternados, lo mandan a terapia solo para descubrir que Donnie podría tener otro brote psicótico: al pobre ya le habían diagnosticado esquizofrenia antes. Encima de todo esto, una noche cae en casa de los Darko la turbina de un avión, destrozando por completo el cuarto de Donnie quien, debido a su sonambulismo, estaba durmiendo plácidamente en un campo de golf.
Donnie trata de encontrar algún sentido entre tanto sinsentido, al tiempo que sus alucinaciones cada vez se ponen más densas; es un chico sensible e inteligente pero pareciera que la vida es demasiado absurda como para hallarle el gusto. En su clase de Inglés, Donnie conoce a Gretchen (Jena Malone) e inmediatamente se identifican. Ella también parece tener una vida difícil: su madre se divorció de su padrastro porque éste intentó matarla y aún está fugitivo, por lo que Gretchen espera que lo peor pase en cualquier momento.
Ya no les contaré más de Donnie Darko [3]. De verdad merece la pena verla. Dicen que el Director's Cut, que aún no veo, es todavía mejor. Solo diré dos cosas: que Donnie Darko resulta una crítica punzante a la hipocresía del mundo adulto y que su reconstrucción de finales de los ochenta, vía un soundtrack fabuloso, es verdaderamente excelente [4]: además de Head over heels de Tears for Fears también incluye The killing moon de Echo & the Bunnymen, Notorious de Duran Duran, Under the milkyway de The Church y Love will tear us apart de Joy Division. De lo que si quiero hablar es de la secuela de Donnie Darko, la muy trasnochada y nadita recomendable S.Darko (Chris Fisher, 2009). He aquí el trailer:
Después del trailer ya no es necesario ver S.Darko; es más, estos 2 minutos con 24 segundos son mucho más claros e inteligibles que la propia película: así de mala es. Con razón Richard Kelly se deslindó por completo de este proyecto. S.Darko supuestamente da seguimiento a la historia de Donnie a través de su hermana Sam (Daveigh Chase, quien retoma su papel de la primera cinta). Ahora es 1995: Sam ha crecido y junto con su amiga Corey (Briana Evigan) emprende el viaje de Virginia hacia California para convertirse en bailarina profesional. El viaje se interrumpe cuando su auto sufre un desperfecto que deja a las chicas varadas en Conejo Springs (wtf???), Utah. Mientras esperan a que Randy (Ed Westwick), un misterioso galán de pueblo, arregle el auto, Sam empieza a tener sueños extraños y visiones en las que ella misma le indica a Justin (James Lafferty), un joven y loco veterano de la Tormenta del Desierto, que el mundo se va a acabar en 4 días, 17 horas, 26 minutos y 31 segundos. ¡Otra vez la burra al trigo (pero ahora con muchísimo menos tiempo para hacer algo, si es que algo se puede hacer ante la inminencia del armageddon)!
Es inútil tratar de resumir la trama de esta película. Tendría que contarles casi todo lo que pasa y no quiero aburrirlos con tanta monserga [5]. S.Darko explota infinidad de paralelismos con la película que, en teoría, le dio origen, pero no hay un hilo conductor coherente y al final deja varios cabos sueltos. Además de los conejos malignos, el sonambulismo y la curiosidad por viajar en el tiempo que Donnie inexplicablemente hereda a su hermana Sam, S.Darko también tiene un incendio: mientras que en Donnie Darko se quema la casa del super positivo y buena onda (pero muy perverso) motivador profesional Jim Cunningham (el recientemente finado Patrick Swayze), la Iglesia del sospechosito Padre John Wayne [6] (Matthew Davis) arde en llamas en S.Darko; también hay una fiesta, con todo y escenas de chavos disfrazados brincando en un tumbling, aunque más chafa que la de Donnie Darko; también hay marquesinas que despliegan los títulos de las películas del momento -The last temptation of Christ en Donnie Darko y Twelve Monkeys en S.Darko-; y en la secuela también hay (más de) un fatal accidente automovilístico, como sucede en su antecesora.
El soundtrack de S.Darko es decepcionante, gris y triste: no se si fue por cuestión de derechos o qué, pero si se trataba de ambientar 1995 rolas como You oughta know de Alanis Morissette, Connection de Elastica, la versión de Sweet dreams de Marilyn Manson, High & dry de Radiohead, Sour times de Portishead y hasta Kiss from a rose de Seal (nomás por mencionar seis) brillan por su ausencia. Sobre todo creo que parte del éxito de Donnie Darko, además de un impecable guión, radica en la gran actuación de Jake Gyllenhaal, quien tampoco aparece en esta presunta secuela. Daveigh Chase podría muy bien ser un clon de Belinda, por parecérsele físicamente y por no ser una actriz sobresaliente; como resultado, Sam luce perdida y ausente durante toda la película y nunca logra expresar esa mezcla de locura y vulnerabilidad que hicieron memorable a Donnie como personaje. Si de dar estrellas se trata, S.Darko merece, viéndose buena onda, menos dos estrellas.
NOTAS
1. Y tal vez una de las pocas secuencias de la cinematografía mundial en que me parece muy efectiva -y no efectista- la combinación del uso de la cámara lenta y la rápida.
2. Que resulta graciosísimo si uno recuerda al Mago Frank y a su inseparable compañero, el conejo Blas.
3. Aunque el trailer que están por ver revela dos tres cosas sobre el final de Donnie Darko...
4. Sobre todo para aquellos que, como yo, precisamente estaban en tercero de secundaria en ese glorioso año de 1988. Ah, ¡que recuerdos!
5. Para eso sirve Wikipedia: pica aquí y podrás leer en inglés casi casi el guión de S.Darko.
6. ¿Gacy? ¿Será el nombre de este personaje una tétrica referencia al infame asesino serial de jóvenes y adolescentes John Wayne Gacy? ¿Será que S.Darko explica así lo inexplicable de los niñitos que Sam encuentra encerrados en una mina? Vaya usted a saber...
Clip de Donnie Darko, cortesía de oggywoggy.
Trailer de S.Darko, cortesía de foxabulous.
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lunes, 2 de noviembre de 2009
Mapplethorpe: otra entrada sobre arte y moralidad
Creo que tras darle muchas vueltas, por fin descubrí de qué trata la tesis que estoy escribiendo. Por fin me cayó el viente, pues. Supongo que es un proceso normal y necesario emplear más tiempo en descifrar el abordaje preciso del tema que en escribir propiamente. Despues de mucho leer, pensar, pelearse con uno mismo y con quien esté a la mano, hasta el asesor o la asesora (caso que, por fortuna, no ha sucedido esta vez: amo a Eva, mi asesora de tesis), finalmente la claridad llega al tesista. Y dicen que es un buen ejercicio escribir en unas cuantas líneas aquello sobre lo que uno está investigando. De no poder hacerlo, entonces aún existe un veinte que no ha caido y el desdichado tesista debe seguir leyendo, pensando y trifulqueando con su entorno inmediato.
La pregunta que espero responder para esta tesis, aunque sea preliminar y contingentemente, es: ¿por qué (y cómo: ahí yace el desarrollo de la tesis) un juicio estético se equipara a un juicio moral? O sea: ¿por qué, en infinidad de casos, se transita tan chabacanamente de decir "esta película (o pintura o foto u obra de teatro o libro) no me gusta" a escandalizarse o censurarla porque es mala, maligna o cualquier otro adjetivo que denote maldad, no solo por lo que se critica en la factura de la hipotética cinta, sino por lo que se percibe como su depravadísimo "mensaje"? La tesis que estoy escribiendo es pues sobre el escabroso tema del arte y la moralidad.
Para muestra basta un botón: un caso que no entrará en la tesis, porque corresponde a otro arte, la fotografía, pero que definitivamente me encanta: el de un pobre libro que fue llevado a juicio a finales de los noventa del siglo pasado en Birmingham. Una estudiante de la Licenciatura en Arte en la University of Central England estaba escribiendo un ensayo sobre el premiado fotógrafo americano Robert Mapplethorpe (Nueva York 1946 - Boston 1989), reconocido por sus naturalezas muertas, sus retratos de celebridades como Patti Smith y Andy Warhol y por sus desnudos masculinos eróticos. La estudiante decidió incluir algunas fotografías de Mapplethorpe para acompañar su escrito. Nunca se imaginó que, al llevar a revelar las fotos que ella había tomado de algunas de las fotos en el libro Mapplethorpe de Jonathan Cape, el empleado de la tienda fotográfica llamara a la policía.
Después de confiscar el libro en cuestión, que la estudiante había sacado de la biblioteca de su universidad, la policía informó a las autoridades de ésta que el texto debía ser destruido porque infringía la Ley de Publicaciones Obscenas en vigor en el Reino Unido, la cual censura cualquier material que pueda “corromper” a quien lo use. El argumento de la policía se concentraba alrededor de una serie de fotografías en particular: Jim and Tom, Sausalito 1977, tríptico que presenta “a un hombre orinando en la boca de otro, emulando el tema barroco de la ‘Caridad Romana’, en el cual una hija da el pecho a su padre encadenado para evitar que muera de hambre” [1]. Tras seis meses de pesquisas, se le informó a la University of Central England que no había evidencia suficiente para proseguir la acusación contra el libro, por lo que éste, un poco maltrecho, simplemente fue devuelto a la biblioteca.
No me imagino la cara que puso el chico cuando reveló estas fotos, ni la de los bobbies que llegaron a su tienda para verlas y mucho menos la del juez y el jurado, pero creo intuir lo que pensaron, al menos antes de que se retiraran los cargos: "¡qué fotos tan cochinas! ¡A quien le puede gustar esto! Seguramente a unos gays depravados...". Este sencillo ejercicio de imaginación tiene complejas ramificaciones porque genera varias preguntas: desde ¿qué es el arte? hasta ¿para qué sirve? (si es que tiene forzosamente que servir de algo).
Ya en otra ocasión me había preguntado aquí qué es el arte y, como aquélla vez, creo que aún no estoy calificada para dar una respuesta. En cuanto a la segunda pregunta, si puedo adelantar al menos un argumento (entre los muchísimos que existen): el arte debe ser la quintaesencia de los valores más altos del hombre y debe elevar su espíritu porque de lo contrario solamente corrompe y envilece a los ilusos espectadores que se atraviesan en su camino. Desde esta perspectiva [2], las fotos de Jim and Tom definitivamente no satisfacen la función del arte: la urolagnia y la urofagia no son actividades que la gran mayoría de las personas considere enaltecedoras o dignificadoras del espíritu, por lo que una "apología" de éstas es virtualmente peligrosa. No vaya a ser la de malas y después de ver estas fotos a alguien se le ocurre hacer unos cuantos experimentos...
La llamada "Controversia Mapplethorpe" apunta hacia la capacidad de las imágenes para cuestionar los valores y convicciones de quienes las miran. Hay quien las mira con fascinación, quien las mira con recelo, repulsión o extrañeza, quien prefiere cerrar los ojos y no mirar y hasta quien obliga, como la policía inglesa después de ver las fotos de Jim and Tom, a que otros cierren los ojos para que no miren. Esta amplia variedad de reacciones ante las imágenes, fijas o en movimiento, hace surgir incluso otra pregunta: ¿qué hay en ellas que parece tener el poder de interpelar a quien las mira? Pero tratar de responder esta cuestión da para muchos más posts y otras tantas tesis además de la que estoy escribiendo...
NOTAS
1. Heartney, Eleanor. “Postmodern heretics. Influences of catholicism on contemporary artists”, en la revista Art in America, febrero 1997: “one man urinating into another man's mouth, in terms of the Baroque theme of ‘Roman Charity’ in which a daughter gives her breast to her shackled father so that he will not starve”.
2. Perspectiva complicada y problemática, como cualquier otra, porque ¿cuáles son los valores más altos y según cuál hombre deben ser ésos y no otros y de veras si el arte no es "bueno", en todos sentidos, no es arte porque uno se deprava y degenera irremediablemente si cae presa de su pérfida seducción?
Foto cortesía de http://mugwump.pitzer.edu/~bkeeley/CLASS/PA/Spr04/danto.html
donde pueden verse más fotos de Mapplethorpe.
La pregunta que espero responder para esta tesis, aunque sea preliminar y contingentemente, es: ¿por qué (y cómo: ahí yace el desarrollo de la tesis) un juicio estético se equipara a un juicio moral? O sea: ¿por qué, en infinidad de casos, se transita tan chabacanamente de decir "esta película (o pintura o foto u obra de teatro o libro) no me gusta" a escandalizarse o censurarla porque es mala, maligna o cualquier otro adjetivo que denote maldad, no solo por lo que se critica en la factura de la hipotética cinta, sino por lo que se percibe como su depravadísimo "mensaje"? La tesis que estoy escribiendo es pues sobre el escabroso tema del arte y la moralidad.
Para muestra basta un botón: un caso que no entrará en la tesis, porque corresponde a otro arte, la fotografía, pero que definitivamente me encanta: el de un pobre libro que fue llevado a juicio a finales de los noventa del siglo pasado en Birmingham. Una estudiante de la Licenciatura en Arte en la University of Central England estaba escribiendo un ensayo sobre el premiado fotógrafo americano Robert Mapplethorpe (Nueva York 1946 - Boston 1989), reconocido por sus naturalezas muertas, sus retratos de celebridades como Patti Smith y Andy Warhol y por sus desnudos masculinos eróticos. La estudiante decidió incluir algunas fotografías de Mapplethorpe para acompañar su escrito. Nunca se imaginó que, al llevar a revelar las fotos que ella había tomado de algunas de las fotos en el libro Mapplethorpe de Jonathan Cape, el empleado de la tienda fotográfica llamara a la policía.
Después de confiscar el libro en cuestión, que la estudiante había sacado de la biblioteca de su universidad, la policía informó a las autoridades de ésta que el texto debía ser destruido porque infringía la Ley de Publicaciones Obscenas en vigor en el Reino Unido, la cual censura cualquier material que pueda “corromper” a quien lo use. El argumento de la policía se concentraba alrededor de una serie de fotografías en particular: Jim and Tom, Sausalito 1977, tríptico que presenta “a un hombre orinando en la boca de otro, emulando el tema barroco de la ‘Caridad Romana’, en el cual una hija da el pecho a su padre encadenado para evitar que muera de hambre” [1]. Tras seis meses de pesquisas, se le informó a la University of Central England que no había evidencia suficiente para proseguir la acusación contra el libro, por lo que éste, un poco maltrecho, simplemente fue devuelto a la biblioteca.
No me imagino la cara que puso el chico cuando reveló estas fotos, ni la de los bobbies que llegaron a su tienda para verlas y mucho menos la del juez y el jurado, pero creo intuir lo que pensaron, al menos antes de que se retiraran los cargos: "¡qué fotos tan cochinas! ¡A quien le puede gustar esto! Seguramente a unos gays depravados...". Este sencillo ejercicio de imaginación tiene complejas ramificaciones porque genera varias preguntas: desde ¿qué es el arte? hasta ¿para qué sirve? (si es que tiene forzosamente que servir de algo).
Ya en otra ocasión me había preguntado aquí qué es el arte y, como aquélla vez, creo que aún no estoy calificada para dar una respuesta. En cuanto a la segunda pregunta, si puedo adelantar al menos un argumento (entre los muchísimos que existen): el arte debe ser la quintaesencia de los valores más altos del hombre y debe elevar su espíritu porque de lo contrario solamente corrompe y envilece a los ilusos espectadores que se atraviesan en su camino. Desde esta perspectiva [2], las fotos de Jim and Tom definitivamente no satisfacen la función del arte: la urolagnia y la urofagia no son actividades que la gran mayoría de las personas considere enaltecedoras o dignificadoras del espíritu, por lo que una "apología" de éstas es virtualmente peligrosa. No vaya a ser la de malas y después de ver estas fotos a alguien se le ocurre hacer unos cuantos experimentos...
La llamada "Controversia Mapplethorpe" apunta hacia la capacidad de las imágenes para cuestionar los valores y convicciones de quienes las miran. Hay quien las mira con fascinación, quien las mira con recelo, repulsión o extrañeza, quien prefiere cerrar los ojos y no mirar y hasta quien obliga, como la policía inglesa después de ver las fotos de Jim and Tom, a que otros cierren los ojos para que no miren. Esta amplia variedad de reacciones ante las imágenes, fijas o en movimiento, hace surgir incluso otra pregunta: ¿qué hay en ellas que parece tener el poder de interpelar a quien las mira? Pero tratar de responder esta cuestión da para muchos más posts y otras tantas tesis además de la que estoy escribiendo...
NOTAS
1. Heartney, Eleanor. “Postmodern heretics. Influences of catholicism on contemporary artists”, en la revista Art in America, febrero 1997: “one man urinating into another man's mouth, in terms of the Baroque theme of ‘Roman Charity’ in which a daughter gives her breast to her shackled father so that he will not starve”.
2. Perspectiva complicada y problemática, como cualquier otra, porque ¿cuáles son los valores más altos y según cuál hombre deben ser ésos y no otros y de veras si el arte no es "bueno", en todos sentidos, no es arte porque uno se deprava y degenera irremediablemente si cae presa de su pérfida seducción?
Foto cortesía de http://mugwump.pitzer.edu/~bkeeley/CLASS/PA/Spr04/danto.html
donde pueden verse más fotos de Mapplethorpe.
Extravíos / Wanderings
arte y moralidad,
de lo extrañamente curioso,
dicen que así sucedió,
fotos,
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