Creo que tras darle muchas vueltas, por fin descubrí de qué trata la tesis que estoy escribiendo. Por fin me cayó el viente, pues. Supongo que es un proceso normal y necesario emplear más tiempo en descifrar el abordaje preciso del tema que en escribir propiamente. Despues de mucho leer, pensar, pelearse con uno mismo y con quien esté a la mano, hasta el asesor o la asesora (caso que, por fortuna, no ha sucedido esta vez: amo a Eva, mi asesora de tesis), finalmente la claridad llega al tesista. Y dicen que es un buen ejercicio escribir en unas cuantas líneas aquello sobre lo que uno está investigando. De no poder hacerlo, entonces aún existe un veinte que no ha caido y el desdichado tesista debe seguir leyendo, pensando y trifulqueando con su entorno inmediato.
La pregunta que espero responder para esta tesis, aunque sea preliminar y contingentemente, es: ¿por qué (y cómo: ahí yace el desarrollo de la tesis) un juicio estético se equipara a un juicio moral? O sea: ¿por qué, en infinidad de casos, se transita tan chabacanamente de decir "esta película (o pintura o foto u obra de teatro o libro) no me gusta" a escandalizarse o censurarla porque es mala, maligna o cualquier otro adjetivo que denote maldad, no solo por lo que se critica en la factura de la hipotética cinta, sino por lo que se percibe como su depravadísimo "mensaje"? La tesis que estoy escribiendo es pues sobre el escabroso tema del arte y la moralidad.
Para muestra basta un botón: un caso que no entrará en la tesis, porque corresponde a otro arte, la fotografía, pero que definitivamente me encanta: el de un pobre libro que fue llevado a juicio a finales de los noventa del siglo pasado en Birmingham. Una estudiante de la Licenciatura en Arte en la University of Central England estaba escribiendo un ensayo sobre el premiado fotógrafo americano Robert Mapplethorpe (Nueva York 1946 - Boston 1989), reconocido por sus naturalezas muertas, sus retratos de celebridades como Patti Smith y Andy Warhol y por sus desnudos masculinos eróticos. La estudiante decidió incluir algunas fotografías de Mapplethorpe para acompañar su escrito. Nunca se imaginó que, al llevar a revelar las fotos que ella había tomado de algunas de las fotos en el libro Mapplethorpe de Jonathan Cape, el empleado de la tienda fotográfica llamara a la policía.
Después de confiscar el libro en cuestión, que la estudiante había sacado de la biblioteca de su universidad, la policía informó a las autoridades de ésta que el texto debía ser destruido porque infringía la Ley de Publicaciones Obscenas en vigor en el Reino Unido, la cual censura cualquier material que pueda “corromper” a quien lo use. El argumento de la policía se concentraba alrededor de una serie de fotografías en particular: Jim and Tom, Sausalito 1977, tríptico que presenta “a un hombre orinando en la boca de otro, emulando el tema barroco de la ‘Caridad Romana’, en el cual una hija da el pecho a su padre encadenado para evitar que muera de hambre” [1]. Tras seis meses de pesquisas, se le informó a la University of Central England que no había evidencia suficiente para proseguir la acusación contra el libro, por lo que éste, un poco maltrecho, simplemente fue devuelto a la biblioteca.
No me imagino la cara que puso el chico cuando reveló estas fotos, ni la de los bobbies que llegaron a su tienda para verlas y mucho menos la del juez y el jurado, pero creo intuir lo que pensaron, al menos antes de que se retiraran los cargos: "¡qué fotos tan cochinas! ¡A quien le puede gustar esto! Seguramente a unos gays depravados...". Este sencillo ejercicio de imaginación tiene complejas ramificaciones porque genera varias preguntas: desde ¿qué es el arte? hasta ¿para qué sirve? (si es que tiene forzosamente que servir de algo).
Ya en otra ocasión me había preguntado aquí qué es el arte y, como aquélla vez, creo que aún no estoy calificada para dar una respuesta. En cuanto a la segunda pregunta, si puedo adelantar al menos un argumento (entre los muchísimos que existen): el arte debe ser la quintaesencia de los valores más altos del hombre y debe elevar su espíritu porque de lo contrario solamente corrompe y envilece a los ilusos espectadores que se atraviesan en su camino. Desde esta perspectiva [2], las fotos de Jim and Tom definitivamente no satisfacen la función del arte: la urolagnia y la urofagia no son actividades que la gran mayoría de las personas considere enaltecedoras o dignificadoras del espíritu, por lo que una "apología" de éstas es virtualmente peligrosa. No vaya a ser la de malas y después de ver estas fotos a alguien se le ocurre hacer unos cuantos experimentos...
La llamada "Controversia Mapplethorpe" apunta hacia la capacidad de las imágenes para cuestionar los valores y convicciones de quienes las miran. Hay quien las mira con fascinación, quien las mira con recelo, repulsión o extrañeza, quien prefiere cerrar los ojos y no mirar y hasta quien obliga, como la policía inglesa después de ver las fotos de Jim and Tom, a que otros cierren los ojos para que no miren. Esta amplia variedad de reacciones ante las imágenes, fijas o en movimiento, hace surgir incluso otra pregunta: ¿qué hay en ellas que parece tener el poder de interpelar a quien las mira? Pero tratar de responder esta cuestión da para muchos más posts y otras tantas tesis además de la que estoy escribiendo...
NOTAS
1. Heartney, Eleanor. “Postmodern heretics. Influences of catholicism on contemporary artists”, en la revista Art in America, febrero 1997: “one man urinating into another man's mouth, in terms of the Baroque theme of ‘Roman Charity’ in which a daughter gives her breast to her shackled father so that he will not starve”.
2. Perspectiva complicada y problemática, como cualquier otra, porque ¿cuáles son los valores más altos y según cuál hombre deben ser ésos y no otros y de veras si el arte no es "bueno", en todos sentidos, no es arte porque uno se deprava y degenera irremediablemente si cae presa de su pérfida seducción?
Foto cortesía de http://mugwump.pitzer.edu/~bkeeley/CLASS/PA/Spr04/danto.html
donde pueden verse más fotos de Mapplethorpe.
2 comentarios:
Je, qué risa. Yo creo que sí deberían prohibir algunas obras "de arte" en las que alguien se orina en alguien más, como Déficit o Across the universe, en las que el director (o directora) se orina sobre el espectador.
si... déficit es literalmente una cochinada. across the universe si me gustó!!!
un saludo, n.
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