Necesitamos reconocer que no se puede matar el instinto que produce la tecnología: solo podemos criminalizarlo. No podemos evitar que nuestros jóvenes lo utilicen, solo podemos conducirlo a la clandestinidad. No podemos volverlos pasivos de nuevo, solo podemos hacerlos piratas. Y, ¿es eso bueno? Vivimos en este tiempo extraño, en esta suerte de era de las prohibiciones, en la que continuamente vivimos la vida en contra de la ley [...] Nuestro jóvenes viven sabiendo que lo hacen contra la ley. Darse cuenta de ello es extraordinariamente corrosivo y extraordinariamente corruptor. Y en una democracia deberíamos de poder hacer algo mejor.
Lawrence Lessig [1]
Lawrence Lessig [1]
Para los estánderes del efímero tiempo virtual y de la longevidad súbita que ataca con ferocidad todo aquello que transita por el ciberespacio, el video que a continuación posteo es ya una antigualla: fue realizado y subido a YouTube en julio de 2008 por Michael Wesch, profesor de Antropología Cultural de la Universidad Estatal de Kansas. Dura casi una hora (sigue la advertencia: está en inglés con subtítulo en inglés) y, como indica el título, es una introducción antropológica a YouTube (que gracias al mismísimo YouTube tiene hoy día casi un millón y medio de visitas). Yo me lo acabo de topar y no pude dejar de comentarlo. Como cuasiantropóloga y amante del Internet que soy, me pareció muy interesante porque lo que Wesch presenta en él resuena con algo que ya había escrito antes aquí: el Internet no es exclusivamente un enorme muladar que corrompe el gusto de los neófitos, da ideas raritas y hasta perniciosas, impone una cultura global americanizada o, de plano, nomás sirve para matar el tiempo (a pesar de que si, efectivamente, existen infinidad de sitios que, de primera impresión, parecerían hacer justo eso). El video da cuenta de la etnografía de YouTube que hicieron Wesch y sus alumnos y pone sobre la mesa, a propósito de los contenidos generados por los usuarios [2] de este sitio, temas clásicos de la Antropología como la identidad y la comunidad, el yo y la conciencia de si, la empatía, la autenticidad, la autoría, el juego, la participación, la política y la ideología, la proxémica, el paralenguaje y la estética virtual. Si se animan a verlo -es mucho muy recomendable- tómense su tiempo. Helo aquí:
Cuando veo trabajos como este me dan ganas de cambiar el tema de mi tesis (pero, ¡oh calamidad!, para eso es un poquillo demasiado tarde). La etnografía de YouTube que hacen Wesch y sus alumnos ilustra solo una de entre las infinitas maneras que existen para hacer del Internet un verdadero objeto de estudio.
Si de criticar se trata (eso si: de manera constructiva, ¡ja!), me parece que debido al perfil de los vloggeros al que se abocó, la etnografía de Wesch y sus alumnos obvia un poco el potencial de transformación social que los usuarios de YouTube pueden explotar, por un lado, y también pasa por alto el riesgo de difundir contenidos ideológicos que puedan prestarse a la manipulación o desinformación, por el otro. YouTube es, al mismo tiempo, panfleto para las más extravagantes causas, seria tribuna política e incluso semillero de acción colectiva. No obstante pareciera [3], dadas las imágenes con que concluye el video, que este sitio primordialmente da a sus usuarios un espacio de reflexividad sobre sí mismos y quienes son, sobre como presentarse frente a los otros y vincularse con ellos. Estoy de acuerdo en que YouTube ha conformado una serie de comunidades virtuales a través de las cuales se dan relaciones más o menos estrechas y se reconfiguran las identidades individuales, aunque tal vez Wesch y sus alumnos son muy optimistas (hasta llegar a la cursilería) al apuntar hacia el positivo hecho de que YouTube potencia el contacto humano. Es imposible negarlo: YouTube permite "conocer" a un abanico impresionante de personas y, a través de comentarios y mensajes personales, "conectarse" con ellas. Pero estas conexiones no siempre se dan en términos amistosos o incluso respetuosos (y el propio video lo ejemplifica).
Más allá de los dramas que propician haters y trollers, me parece que el impacto real (entiéndase esta última palabra como una referencia a: 1. el mundo fuera de YouTube; y 2. el cambio o su mera posibilidad en dicho mundo) de este sitio tiene que ver con los encuentros cara a cara, en los mismos tiempos y lugares, que también fomenta: la historia de Juan Mann, el chico de los abrazos gratis, es muy linda, pero el pequeño radical que llevo dentro me impide enternecerme o esperanzarme demasiado con ella. YouTube ha sido escenario de casos -como el de Anonymous contra Cienciología [4] o el de las campañas que promovieron el voto en blanco en las elecciones intermedias de 2009 en México, por mencionar dos- que pasaron de ser meras grescas ciberespaciales para convertirse en movimientos sociales. Me parece que en esta posibilidad de llevar la trifulca virtual -que toma forma y se organiza como exigencia- al mundo real yace una oportunidad en verdad revolucionaria. El instinto que da la tecnología de explorar y crear, retomando el epígrafe de Lessig, también puede hacernos salir a la calle porque ciertamente ese mundo real no se transformará si solo permanecemos tras el teclado, por más que éste ayude muchísimo.
NOTAS
1. Lawrence Lessig es un abogado, activista y académico americano, miembro fundador de Creative Commons, una organización sin fines de lucro que redefine el concepto de los derechos reservados y expande las posibilidades de compartir obras artísticas. Y, por cierto, este bló ya debería de tener su propia licencia de Creative Commons...
2. Conocido como UGC, user-generated content, por sus siglas en inglés.
3. Y creo que, en última instancia, estoy de acuerdo: el camino de la revolución inicia con uno mismo.
4. Anonymous es un grupo literalmente virtual (no tiene liderazgo visible y se define como un colectivo ubicuo), de inicio aglutinado a partir de varios canales de YouTube, que desembocó en un movimiento de protesta global -Project Chanology- contra las prácticas de la Iglesia de Cienciología, sobre todo la de estigmatizar, marginar y acosar a quienes han dejado dicha organización por voluntad propia o a quienes han sido expulsados y vetados de la Cienciología por la Iglesia misma. Para más información -en Wikipedia, en inglés- sobre este caso, pícale aquí.
Video, cortesía de mwesch.
Cuando veo trabajos como este me dan ganas de cambiar el tema de mi tesis (pero, ¡oh calamidad!, para eso es un poquillo demasiado tarde). La etnografía de YouTube que hacen Wesch y sus alumnos ilustra solo una de entre las infinitas maneras que existen para hacer del Internet un verdadero objeto de estudio.
Si de criticar se trata (eso si: de manera constructiva, ¡ja!), me parece que debido al perfil de los vloggeros al que se abocó, la etnografía de Wesch y sus alumnos obvia un poco el potencial de transformación social que los usuarios de YouTube pueden explotar, por un lado, y también pasa por alto el riesgo de difundir contenidos ideológicos que puedan prestarse a la manipulación o desinformación, por el otro. YouTube es, al mismo tiempo, panfleto para las más extravagantes causas, seria tribuna política e incluso semillero de acción colectiva. No obstante pareciera [3], dadas las imágenes con que concluye el video, que este sitio primordialmente da a sus usuarios un espacio de reflexividad sobre sí mismos y quienes son, sobre como presentarse frente a los otros y vincularse con ellos. Estoy de acuerdo en que YouTube ha conformado una serie de comunidades virtuales a través de las cuales se dan relaciones más o menos estrechas y se reconfiguran las identidades individuales, aunque tal vez Wesch y sus alumnos son muy optimistas (hasta llegar a la cursilería) al apuntar hacia el positivo hecho de que YouTube potencia el contacto humano. Es imposible negarlo: YouTube permite "conocer" a un abanico impresionante de personas y, a través de comentarios y mensajes personales, "conectarse" con ellas. Pero estas conexiones no siempre se dan en términos amistosos o incluso respetuosos (y el propio video lo ejemplifica).
Más allá de los dramas que propician haters y trollers, me parece que el impacto real (entiéndase esta última palabra como una referencia a: 1. el mundo fuera de YouTube; y 2. el cambio o su mera posibilidad en dicho mundo) de este sitio tiene que ver con los encuentros cara a cara, en los mismos tiempos y lugares, que también fomenta: la historia de Juan Mann, el chico de los abrazos gratis, es muy linda, pero el pequeño radical que llevo dentro me impide enternecerme o esperanzarme demasiado con ella. YouTube ha sido escenario de casos -como el de Anonymous contra Cienciología [4] o el de las campañas que promovieron el voto en blanco en las elecciones intermedias de 2009 en México, por mencionar dos- que pasaron de ser meras grescas ciberespaciales para convertirse en movimientos sociales. Me parece que en esta posibilidad de llevar la trifulca virtual -que toma forma y se organiza como exigencia- al mundo real yace una oportunidad en verdad revolucionaria. El instinto que da la tecnología de explorar y crear, retomando el epígrafe de Lessig, también puede hacernos salir a la calle porque ciertamente ese mundo real no se transformará si solo permanecemos tras el teclado, por más que éste ayude muchísimo.
NOTAS
1. Lawrence Lessig es un abogado, activista y académico americano, miembro fundador de Creative Commons, una organización sin fines de lucro que redefine el concepto de los derechos reservados y expande las posibilidades de compartir obras artísticas. Y, por cierto, este bló ya debería de tener su propia licencia de Creative Commons...
2. Conocido como UGC, user-generated content, por sus siglas en inglés.
3. Y creo que, en última instancia, estoy de acuerdo: el camino de la revolución inicia con uno mismo.
4. Anonymous es un grupo literalmente virtual (no tiene liderazgo visible y se define como un colectivo ubicuo), de inicio aglutinado a partir de varios canales de YouTube, que desembocó en un movimiento de protesta global -Project Chanology- contra las prácticas de la Iglesia de Cienciología, sobre todo la de estigmatizar, marginar y acosar a quienes han dejado dicha organización por voluntad propia o a quienes han sido expulsados y vetados de la Cienciología por la Iglesia misma. Para más información -en Wikipedia, en inglés- sobre este caso, pícale aquí.
Video, cortesía de mwesch.