domingo, 12 de septiembre de 2010

Lo prometido es deuda

Estimada Panda en la Bañera:

Me dio muchísimo gusto conocerte al fin hace unos días o, más bien, sorpresivamente reconocerte en vivo y a todo color. ¡Lo que es salir del calabozo en que a veces duermo para aventurarme de noche por la ciudad!

Desde hace tiempo se algo de ti: primero tu blog, luego el Facebook. Ignoro que artes secretas operan para que uno se conecte con ciertas personas gracias a estos medios -vaya que el ciberespacio también es un pañuelo- pero el asunto es que así, en los aires de la virtualidad, uno se va enterando poco a poco de las filias y las fobias, compartidas y no, a pesar de nunca haber coincidido físicamente. Se genera la ilusión de conocerse cuando nos acercamos a alguien, como quien no quiere la cosa, al leer sus posts y ver sus fotos. Se van creando consonancias y afinidades(aunque, he de confesar, lo contrario también sucede). Y creo que un acercamiento de este tipo es esencial y sustancioso, a veces tan vital como el cara a cara, porque parte del contenido mismo de lo que se expresa. Siempre es alentador descubrir que los conocidos virtuales existen en la vida real, que pueden devenir amigos y que, si uno sale al mundo, los encuentros ocurren, se multiplican e incluso se revelan más afinidades de las que ya se adivinaban (¡qué tal que resultó que estudiamos en la misma Facultad!).

Además, las sincronías de tiempos y espacios en este monstruo de ciudad siempre me han parecido perfectamente insólitas. Esa noche no tenía intención de sacudirme las sábanas de encima: tuvo que convencerme alguien -un nuevo amigo en ciernes-, a quien tampoco conocía fuera del ciberespacio hasta ese día, para dejar la comodidad de mi cama y salir. Y luego tuve que convencerlo yo de ir a donde finalmente fuimos para coincidir contigo... Soy de las personas que se maravillan de las consecuencias inesperadas en un cambio de planes, de los hallazgos fortuitos en un "si" improvisado.

Lo prometido es deuda: como quedamos esa noche, escribí algo para celebrar el encuentro, algo que, debido a otras artes secretas de las cuales tampoco se mucho, tomó la forma de este post. Es cierto que cuando la vida sonríe, se ilumina y se aligera tal vez uno no tenga ya mucho que decir o que el tumulto de esa misma vida desbordada no permita el tiempo para decirlo, para escribirlo pues. Y si: mi vida últimamente sonríe, se ilumina y se aligera con frecuencia, a pesar de que, en el fondo, persista un dejo de penumbra que me pone a redactar estar líneas: invariablemente hace bien al corazón festejar sonrisas, luces y ligerezas.

Te mando un abrazo y espero verte pronto, n.

P.D. ¡¡¡Gracias por lo de la cartera!!!

3 comentarios:

Pandemia en la bañera... dijo...

A veces (varias, muchas, muy importantes) son los "desconocidos" los nuevos, los inesperados, quienes más nos leen y quienes nos hacen salir de los cajones, de abajo de la cama o del zapato en el que nos encontramos. Yo todavía te debo un post, pero está cási listo.
Es un placer decirte hola, bienvenida.

La Rumu dijo...

Eso me suena a a película de Woody Allen (casi todo últimamente me suena a sus películas...).
Ee re bonito toparse a los bloggeros por ahí. Y si luego resultan buenos amigos, qué mejor.
Salud!

Montserrat Algarabel dijo...

Gracias Panda y gracias The fool. Ahí vamos, poco a poco, escribiendo en conjunto a la distancia y, en afortunadas ocasiones, platicando cara a cara.
Saludos virtuales hasta que nos encontremos, n.