sábado, 14 de mayo de 2011

Tormentas sobre Berlín

War does not determine who is right, only who is left.
Bertrand Russell

Aún no me ha dado tiempo de extrañar México. No extraño el ruidero chilango (Berlín me parece muy silenciosa); tampoco extraño la transparencia del aire que, en afortunadas ocasiones, todavía logra apaciguar el horizonte de la Ciudad de los Palacios. Las nubes vuelan veloces por acá y los cuervos son la única amenaza auditiva (por el momento) con sus monumentales graznidos. El clima del DF, ése si que lo extraño: aunque ya es primavera, muy frecuentemente se sueltan tormentas en la tarde que enfrían y humedecen Berlín, con ese frío y humedad que a quienes nacimos más cerca del Ecuador nos parecen casi insoportables. ¿Cómo será el invierno en esta ciudad?

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El maravilloso bus 248 (gran hallazgo de Iliana, mi rumi en Kopischstrasse) me lleva directito y en sólo 20 minutos de Platz der Luftbrücke a Breitenbachplatz, justo a la puerta del Instituto de Estudios Latinoamericanos que me trajo a Berlín. El bus avanza lentamente a lo largo de calles arboladas; sin prisa cruza frente a parques, plazas, mercados, fuentes. El tránsito imperturbable del 248 lo conduce bajo dos vías rápidas y lo hace pasar delante de algunas estaciones de metro (aún no las he contado). La mayoría de la gente que lo toma se baja tras recorrer unas cuantas calles. Y yo me imagino cómo habrán quedado esas mismas calles después de años de bombardeos aliados (si es que ya existían esas calles y efectivamente en ellas llovieron obuses: lo tengo que averiguar). Los viajes son tan agradables en el 248 y yo pensando en una ciudad devastada.

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Hoy conocí el Muro de Berlín, o sólo una parte de lo que queda de él. No pude evitar tocarlo; metí los deditos por entre la malla que lo rodea y lo toqué. Un muro áspero y sombrío, descolorido, cuyas varillas se asoman sin pudor. Tal vez la tormenta que cayó esta tarde sobre Berlín contribuyó a sentirlo así. En las tiendas cerca de Checkpoint Charlie (custodiado por "soldados gringos" con todo y banderas de orgullosas rayas y estrellas ondeando al viento) venden pedazos del muro, recuerditos para quienes no se conforman con tocarlo o fotografiarlo y quieren llevárselo a casa. Desvergonzados retazos de tiempo, triste y carísima pedacería encapsulada en esferitas de plástico.



3 comentarios:

Alex dijo...

yo sí te extraño!!

Leyla dijo...

Gracias!! queremos mas escritos siii! Y me uno a los que te extrañamos querida. besos!
Leyla.

Montserrat Algarabel dijo...

Alex y Leyla: yo también las extraño y las quiero mucho. Besos máximos a las dos ;)