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Desde el momento en que bajamos a la Glorieta se siente ya esa energía particularmente intensa que desprenden las multitudes. Con tanta expectación en el ambiente, hasta pienso que es posible la existencia de un contingente emo en la marcha, pero no: a esos chicos y chicas nada parece motivarlos. Sobre la reja de la estación del Metrobus alguien ha pegado un cartel "Hoy es el SME, mañana ¿quién?". Ya en plena Zona Rosa, un conglomerado de estudiantes vestidos de rojo y negro recorren las calles hacia Reforma. Al verlos, unas señoras salidas de una oficina no pueden evitar el comentario: "Ash... deberían ponerse a estudiar en lugar de andar de alborotadores...". Los estudiantes gritan consignas: "Educación primero al hijo del obrero, educación después al hijo del burgués". Porque esta marcha no solo es de los electricistas ahora desempleados, sino también de todo aquel que siente que este gobierno no procura sus intereses y más bien parece estar contra el bienestar de la gran mayoría.
Al llegar a Reforma se me pone la piel de gallina: justo a la altura del Sheraton hay gente, gente y más gente, a la izquierda, a la derecha, frente a nosotros, detrás de nosotros. Columnas interminables que ondean mantas y pancartas. Sobre un amasijo de puños alzados y caras indignadas vuelan unos cuatro helicópteros que no se salvan de recibir sonoras mentadas de madre. Esto no es una fiesta: es la expresión del hartazgo. Entre la multitud alcanzo a ver a una muchacha que lleva colgado un cartel: "Antes mi papá manejaba un camión y llevaba luz a muchas personas. Ahora, no tiene ni para comprarse una pinche Coca Cola". Claudia y yo nos ponemos a tomar fotos; Erick graba el paso de la marcha: hay que documentar, aunque sea modestamente, la magnitud de la marcha porque con el tipo de medios de comunicación que tenemos en México muy seguramente se minimizará la asistencia. Erick se adelanta: quiere llegar al Zócalo para ver qué está pasando.
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Pero llega un momento, casi cerca de la Alameda, en que Claudia y yo nos damos cuenta de que no llegaremos a nuestro destino. Hacia atrás, la marcha se extiende hasta la glorieta de Colón y a lo largo de todo Madero ya no cabe ni un alma. Claudia llama a Ronaldo, amigo suyo fotógrafo de AFP. Nos encontramos en la esquina de Madero y Balderas. En un dramático cambio de contexto, entramos al mall Plaza Alameda. Musiquita ininteligible de fondo, escaparates relucientes, aire acondicionado: un oasis de consumismo y evasión. Ronaldo y Henry, colega suyo de Reuters, tienen que enviar a sus respectivas redacciones las fotos que han tomado de la marcha, por lo que usan la conexión de internet en el Starbucks del mall. Mientras las fotos suben lentamente, la noche cae: ya son las 8pm. Desde el Starbucks se aprecian todavía varios contingentes que marchan hacia el Zócalo, pero no se escuchan sus consignas. Los gruesos ventanales del mall aislan el sonido de la calle. Estamos en una especie de pecera fortificada y, además, resguardada por tres uniformados. Interesante metáfora para la condición de varios sectores de las clases media y alta en México: a través de sus ventanas pueden ver lo que sucede en las calles, pero no escuchan las razones de un despliegue público que seguramente les parece molesto y absurdo.
Si bien el sindicalismo mexicano se ha calificado, con justa razón, de charro y corrupto; si bien muchos sindicatos son hervidero de aviadores y malos manejos; si bien es imborrable el recuerdo de las fechorías de Fidel Velázquez, novamás del liderazgo sindical (ese pobre hombre que en las últimas ya parecía momia), los electricistas, como sucedería con cualquier otro gremio, no están de acuerdo con que masivamente se les prive del empleo. Lo que ayer me pareció emotivo e impresionante fue la asistencia de miles de personas ajenas al mundo de los sindicatos que se identificaron y solidarizaron con la lucha de los electricistas. Porque hoy es el SME, pero mañana solo Dios sabe a quien le tocarán los palos.
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4 comentarios:
Que buena crónica! casi me sentí ahi! muy visual y vivaz.
¡Genial la crónica!
Pude imaginarlas ahí marchando, casi como antes pero con los piens más cansados.
Besos!
Estuvo muy buena jajaja. YO vivo justo sobre Reforma y me chuté todo el proceso. Y la foto de mi blog, en donde se veía poca gente, es de cuando apenas estaban llegando las personas.
¿Qué puedo decir? Impactante ver a tanta gente; impresionante tu crónica; impensable que el gobierno federal promueva el desempleo -con todo y q en campaña promovían lo contrario-; increíble que sean tantos los afectados, pocos los interesados en el asunto, y muchos los que aplauden estas acciones cuasidictatoriales...
Dicen que cada quién tiene lo que se busca... Pues, ¿qué será eso que buscamos los mexicanos?
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