sábado, 12 de septiembre de 2009

Cómo se siente vivir. A propósito del primer aniversario luctuoso de David Foster Wallace

Para Karsten

Hoy hace exactamente un año, David Foster Wallace decidió que ya no había motivos ni razones para seguir viviendo. La depresión clínica que había padecido por décadas y de la que únicamente su círculo más íntimo tenía conocimiento fue culpable de que se colgara. El Nardil que tomó durante años no fue suficiente para sobrellevar el infierno personal de sus últimos días cuando, tras un tiempo de verse libre del medicamento, al volver a tomarlo ya no hizo efecto. Sus alumnos y colegas nunca sospecharon que un hombre tan vital, generoso, brillante y divertido fuera presa de la depresión. Por eso la noticia de su suicidio sacudió profundamente a quienes lo conocían y también a quienes supieron de él solo a través de su obra.

Wallace [1] quería atestiguar con sus escritos “cómo se siente vivir”, en lugar de hacer de la escritura un alivio para las sensaciones –a veces desgarradoras- de la vida [2]. Tal vez por ello en sus novelas y ensayos se intuye la presencia constante de personajes que podríamos caracterizar como deprimidos y/o suicidas y que luchan, de alguna u otra forma, por mantenerse a flote [3]. El primer párrafo en su relato The Depressed Person, publicado en enero de 1998 en Harper’s Magazine, es ahora muda evidencia de un estado de ánimo al cual Wallace no era ajeno: La persona deprimida padecía un dolor emocional terrible e incesante y la imposibilidad de compartir o articular este dolor era, en sí misma, un componente del dolor y un factor que contribuía a su horror esencial. [4]

Junto con la depresión, dos de los temas recurrentes en la literatura de Wallace son la soledad y la tristeza. Según él, Infinite Jest había sido concebida en un inicio como una novela terriblemente triste, aunque a muchos lectores nos parezca endemoniadamente divertida. En su excelente ensayo E Unibus Pluram. Television and U.S. Fiction, Wallace explica (entre muchas otras cosas) el estrecho lazo entre la soledad del espectador masificado –supongo que también triste y hasta deprimido y hasta suicida- y el voyeurismo televisivo:


Nosotros podemos verlos; Ellos no pueden vernos. Podemos relajarnos, sin ser vistos, mientras nos los comemos con los ojos. Resulta que yo creo que esta es la razón por la cual la televisión también es tan atractiva para la gente solitaria (…) Los solitarios, como los personajes ficticios, aman observar en un solo sentido. Porque la gente solitaria generalmente es solitaria no debido a una deformidad horrenda o al olor o a ser odiosa, de hecho hoy existen apoyo y grupos sociales para personas con precisamente estos atributos. En lugar de eso, la gente solitaria tiende a ser solitaria porque rehúsa soportar los costos psíquicos de la compañía de otros humanos. Es alérgica a la gente. La gente le afecta intensamente, en demasía. [5]


Esta incapacidad, falta de voluntad o motivación para relacionarse con otros; este sentirse fuera de lugar en contextos de típica socialización, aunado al sentir tan dentro y con tanta fuerza a los demás –desde sus juicios hasta sus miradas- también resulta un leit motiv en la obra de Wallace. Sus personajes -él mismo incluso- aluden permanentemente a la dificultad de la interacción entre personas (hasta cuando la mediación es el amor o la amistad…), a los absurdos del roce social, a la vacuidad de muchas situaciones que implican tener que vincularse con la gente. Un viaje en crucero por el Caribe, con todas las comodidades, excesos y opulencias, algo así como las vacaciones de ensueño para una gran mayoría, puede ser, desde la perspectiva ingeniosamente crítica de Wallace [6], materia para sentir que se pierde la esperanza:

Hay algo acerca de los Cruceros de Lujo para el mercado masivo que es insoportablemente triste. Como la mayoría de las cosas insoportablemente tristes, da la impresión de ser increíblemente elusivo y complejo en cuanto a sus causas y simple en su efecto: a bordo del Nadir (…) sentí desesperación (…) Tal vez está cerca de lo que la gente llama terror o angustia. Pero no es eso. Es como quererse morir para escapar al sentimiento insoportable de hacerme consciente de que soy pequeño y débil y egoísta y de que, sin duda alguna, voy a morir. Es querer lanzarse por la borda. [7]

Wallace se lanzó por la borda de la vida un 12 de septiembre. Incluso quienes solo tenemos algunas vagas nociones de cómo sintió vivir por lo que dejó escrito lamentamos que no siga viviendo, sintiendo y escribiendo para intentar compartir, aunque solo sea mediante la lectura, esa tristeza y soledad que tan genialmente supo teñir de humor e ironía. Descanse en paz.


NOTAS

1. Omito el Foster, apellido de soltera de su madre que le endilgó un editor y que permaneció con Wallace a lo largo de su carrera, porque él mismo decía que no le gustaba.

2. Este anhelo de Wallace lo descubrí en el estupendo artículo The Lost Years & Last Days of David Foster Wallace de David Lipsky publicado en octubre de 2008 en Rolling Stone Magazine, cuyo link se encuentra aquí.
3. Mi intención con estas citas no es buscar los indicios retrospectivos del suicidio de Wallace, como seguramente muchos han hecho y siguen haciendo. Solo quiero dar cuenta de una pequeñísima parcela de “cómo se siente vivir” desde las palabras del propio Wallace, palabras que en estos tiempos de exilio en interiores me resuenan hondamente.
4. The depressed person was in terrible and unceasing emotional pain, and the impossibility of sharing or articulating this pain was itself a component of the pain and a contributing factor in its essential horror. Para leer este relato en su totalidad, en formato pdf, al igual que otros textos de Wallace publicados en Harper's, pícale aquí.
5. We can see Them; They can’t see Us. We can relax, unobserved, as we ogle. I happen to believe this is why television also appeals so much to the lonely people (…) The lonely, like the fictive, love one way-watching. For lonely people are usually lonely not because of hideous deformity or odor or obnoxiousness –in fact there exist today support- and social groups for persons with precisely these attributes. Lonely people tend, rather, to be lonely because they decline to bear the psychic costs of being around other humans. They are allergic to people. People affect them too strongly.
Este texto está publicado en la compilación de ensayos de David Foster Wallace A Supposedly Fun Thing I'll Never Do Again: essays and arguments, Back Bay Books/Little Brown and Company, Nueva York, 1998. Dicha antología también incluye la crónica, cuyo nombre le da título al volumen, sobre las peripecias de Wallace en su travesía por el Caribe abordo de un crucero.
6. El propio sentimiento de inadecuación de Wallace ante un lujo y una atención desbordados y llevados a extremos absurdos, así como un extrañamiento casi antropológico frente a la experiencia son la piedra de toque en su crítica y constituyen gran parte de su humor.

7. There is something about a mass-market Luxury Cruise that’s unbearably sad. Like most unbearably sad things, it seems incredibly elusive and complex in its causes and simple in its effect: on board the Nadir (…) I felt despair (…) It’s maybe close to what people call dread or angst. But it’s not these things quite. It’s like wanting to die in order to escape the unbearable feeling of becoming aware that I’m small and weak and selfish and going without any doubt at all to die. It’s wanting to jump overboard.
Para bajar en pdf la versión que Harper's publicó de este texto en enero de 1996 bajo el título Shipping out: On the (nearly lethal) comforts of a luxury cruise, el link está aquí.

Las traducciones de los textos de Wallace son cortesía de nimbemon.

Las fotos, de www.123people.com y www.kcrw.com

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