The Union of the Hideously and Improbably Deformed was unofficially founded in London in B.S. 1940 in London U.K. by the cross-eyed, palate-clefted, and wildly carbuncular wife of a junior member of the House of Commons, a lady whom Sir Winston Churchill, P.M.U.K., having had several glasses of port plus a toddy at a reception for an American Lend-Lease administrator, had addressed in a fashion wholly inappropriate to social intercourse between civilized gentlemen and ladies. Unwittingly all but authoring the Union designed to afford the scopophobic empathic fellowship and the genesis of sturdy inner resources through shame-free and unconstrained concealment, W. Churchill — when the lady, no person's doormat, informed him with prim asperity that he appeared to be woefully inebriated — made the anecdotally famous reply that while, yes, yea verily, he was indeed inebriated, he would the following A.M. be once again sober, while she, dear lady, would tomorrow still be hideously and improbably deformed. Churchill, doubtless under weighty emotional pressures during this period in history, had then proceeded to extinguish his cigar in the lady's sherry and to place a finger-bowl napkin delicately over the ruined features of her flaming visage.
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El Sindicato de los Horrorosa e Improbablemente Deformes fue fundado extra oficialmente en Londres, R.U., en el Londres de 1940 A.S., por la esposa vizca y de paladar hendido de un miembro subalterno de la Cámara de los Comunes, salvajemente infestada de carbúnculos, una dama a la cual Sir Winston Churchill, P.M.R.U., se había dirigido de forma completamente impropia según las relaciones sociales entre caballeros y damas civilizados tras haber tomado varias copas de oporto, además de un toddy, en la recepción de un Administrador americano de Préstamos y Arriendos. W. Churchill, del todo ignorante al dar autoría al Sindicato diseñado para proporcionar membresía escopofóbica y empática y la génesis de sólidos recursos interiores a través de la carencia de vergüenza y del ocultamiento no impuesto, dio la anecdóticamente famosa respuesta a la dama –cuando ésta, tapete de nadie, le hizo saber con remilgada asperidad que daba la impresión de estar deplorablemente borracho- de que mientras él, si, verdaderamente, estaba ebrio de hecho, a la mañana siguiente estaría sobrio de nuevo, mientras que ella, querida dama, al día siguiente seguiría estando horrorosa e improbablemente deforme. Churchill, sin duda bajo presiones emocionales de peso en este periodo en la historia, procedió a extinguir su puro en el jerez de la dama, para después colocar delicadamente sobre los arruinados rasgos de su cara encendida la servilleta de una jofaina.
2 comentarios:
de donde sacais una historia tan.... bizarra como esta? esta de lujo... espero estes bien, baee ;)
Pues esta historia Hermes es parte del libro de Wallace La broma infinita, el cual es muy, muy recomendable.
Un saludo, n.
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