jueves, 2 de abril de 2009

Twilight... ¡cómo te odio! (1era parte)

ADVERTENCIA. Este texto es completamente parcial y no pretende dar una visión mínimamente objetiva ni ilustrada sobre el tema que trata. Es el orgulloso producto de mi bilis desbordante. Si eres fan de los libros y películas de la franquicia Crepúsculo, mejor no sigas leyendo.

Me gustan las películas de terror. Mucho. Una de las razones es porque rara vez me dan miedo y las encuentro muy entretenidas, risibles a veces. No puedo creerme eso de los ominosos relámpagos a media noche que anuncian lo más terrible, los "corte a" abruptos y efectistas, ni me parece que harto maquillaje desfigurante provoque escalofríos. Por eso El resplandor de Stanley Kubrick es ciertamente mi película de terror favorita. No he leido mucho sobre el género: El corazón delator de Edgar Allan Poe me aterrorizó con pasión y, un poco por prejuicio, nunca me he atrevido a leer una novela de Stephen King (a pesar de mi reconocida admiración por El resplandor de Kubrick). Odio a los vampiros en su versión fílmica o literaria. Me parecen inofensivos, pseudomisterios y muy petulantes (además de paliduchos: ¿qué hay de sensual en eso?). Mi experiencia vampírica más gozosa fue La danza de los vampiros porque es una parodia alocada de finales de los sesenta y es de Roman Polanski.

Por otro lado, he de reconocer que las películas "románticas" (pésimo nombre en castellano para el género anglo romance) son parte central de mis placeres culposos más disfrutables, sobre todo si son inglesas. Amé locamente a Bridget Jones en sus dos películas y Realmente amor me hizo reir y llorar. Pero si la cinta "romántica" en cuestión es de adolescentes... bueno, ahi se me acabaron las ganas de ir al cine (puede que la compre pirata, nomás por eso de instruirme sobre la cultura de masas). Y si los adolescentes protagonistas de la cinta son unos gringos sosos que, además, resultan vampiros (¡¡¡¿¿¿qué, qué, qué???!!!), eso si que me causa muuuchos problemas.

Por donde empezar a destrozar Crepúsculo...

Primero que nada: no he leído ninguno de los libros de Stephenie Meyer y no pienso hacerlo porque me parece que una mormona que ha hecho su fortuna inventándole avatares a un sexy vampiro que la visitó en un sueño (según ella misma lo ha declarado) es algo demasiado aberrante. Además: si no he leído nada de William Faulkner, ni de Kurt Vonnegut, si solo he revisado unos cuantos versos de Sylvia Plath y Emily Dickinson y si deseo con locura leer tooodas las novelas que me faltan de Paul Auster, no veo porque tirar a la basura noches enteras de preciosa lectura con los mamotretos de su "colega" Meyer. No he visto la primera película (porque se vienen otras tres), aunque es muy posible que si la vea: un par de horas de humor involuntario no le vienen mal a nadie.

Mí aversión a la franquicia Crepúsculo es directamente proporcional al fervor desbordado y lealtad que tanta chamaca (y gente ya mayorcita) profesa por estas novelas ready-to-read alrededor del mundo. En alguna de las muchas reseñas (unas menos serias que otras) que revisé sobre Crepúsculo, Luna Nueva, Eclipse y Amanecer, las constantes en el perfil de los lectores de la saga son: 1. personas que no leen de manera habitual; y, 2. que pertenecen a un sector muy delimitado en cuanto a edad, ocupación y género (adolescentes, estudiantes y jóvenes amas de casa, mujeres). No es de extrañar que un producto tan comercial como Crepúsculo tenga un target mercadotécnico quirúrjicamente diferenciado: la mordida chupasangre de la industria de masas agarró desprevenidas a millones de consumidoras. Tampoco es sorpresa que, en esas condiciones sociodemográficas, tantas y tantas mujeres se identifiquen con la protagonista, Isabella "Bella" Swan, y quieran encontrar en la vida real a su propio príncipe/vampiro azul/translúcido, Edward Cullen. Las características y relación de estos dos, producto de la psique über-wasp (ultra white, anglosaxon, protestant), seguramente pro-life, harto conservadora, falogocéntrica, como dirían las feministas, y mogigata de Meyer, es lo que peor me pone. Les diré por qué...

1 comentario:

Guillaume le dark dijo...

Pues si nos vemos entre mormones o mormonas y musulmanas suficas...jajaja... No, yo también a veces soy musulmán sufi y luego budista tibetano...
Mi opinión es que los Vampiros si pueden resultar interesantes.Por ejemplo:"Dejáme entrar" Reciente película sueca.Antitesís de "Twilight" y, cinta que aborda el creciente o más reciente abordado fenómeno "Bullying" Imaginemos que tal si mi hada(vampírica) hubiera matado a media UDLA... Leáse el copión " Poketronik" entre otros...(Copión porque se suscribió después que Guillermo Rocha a esto...)Al Gus, no porque me felicitó en la fiesta del FICCO 2009...;)