jueves, 6 de agosto de 2009

De raíces y corazones


Vuelve a la raíz de las raíces que es tu propia alma
Rumi

Después de mucho tiempo de ausencia, anoche regresé a mi casa. Anoche sentí el estrecho abrazo de mi gente, largamente pospuesto. Mi abandono se debió a muchas causas, unas más absurdas que otras y ninguna justificante de la lejanía. A veces pareciera que es indispensable concretar la vida cotidiana; pareciera que sus imperativos desarraigan e imponen distancias. La separación pesa y acongoja, pero gracias a ella se puede experimentar el gozo del retorno, el sosiego que solo da el tan aplazado alimento del corazón.

Y aunque el corazón no requiera lugares físicos -porque es, en sí mismo, el único lugar en que la vida mora- esta casa mía es donde mi corazón más seguro y más libre se siente. Donde está aprendiendo a develarse y a romper la botella del pudor y la vergüenza; donde se ha enraizado con tantos otros corazones tan queridos. En esta casa me ha sido dado conocer a quienes ahora son mi familia más íntima; a esta casa han llegado amigos de años que se han afianzado como confidentes y cómplices. Esta casa es refugio y aliento; es deleite puro y silencio; es punto de partida y llegada, principio y fin. Las puertas de esta casa siempre están abiertas: así puedo volver, una y otra vez, donde quiera que haya estado, tan larga como haya sido la ausencia. Dice Rumi:

Ven, ven, quien quiera que seas:
Trotamundos, fiel, amante del amor:
¿qué importa?
Nuestro camino no es de desesperanza.
Ven, aún si has roto tus promesas
cientos de veces:
vuelve, ven de nuevo, ven.




En la foto, el perfil de Jalima.
Video cortesía de soulimane.


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