- Esta mañana desperté al son de un infame e inútil gingle político. Supongo que eso era la cancioncilla grupera que se coló por mi ventana (aunque bien pudo haber sido cualquier otra cosa). Es muy problable que como yo, muchos habitantes de mi barrio no hayan entendido que demonios decía la letra, la cual trato de reproducir -infructuosamente- a continuación:
Guadalupe Moreyra (o Noguera), la que a usted le interesa
Guadalupe Madera (Loera, tal vez), ciudadana de diez
Guadalupe Loaeza (Guadalupe, ¿molesta, moderna, no entra?), vote P-R-D
Estas dos cosas si me quedaron muy claras: que una tal Guadalupe perredista (mil disculpas si está leyendo esto... no lo creo) quiere hacerle saber algo a la gente de la Escandón y que quienes fueron culpables de la producción y/o reproducción de esta "rola" no le permitieron comunicar el mensaje...
- Mientras caminaba junto al puesto de periódicos en la esquina de Benjamín Hill y Tamaulipas alcancé a escuchar estas palabras: "Pues bueno... la vida acaba enseñándole a uno tantas cosas...". Aparté la vista de la primera plana de La Jornada para encontrarme con la mujer que las había pronunciado: Cristina Pacheco, quien pasó justo a mi lado. Le esbocé una sonrisa rara porque me sorprendió verla tan de frente y tan de cerca. Pensé en detenerme, voltear para saludarla y decirle... no sé, ¿que nunca he visto completo un programa de Aquí nos tocó vivir? Mejor seguí caminando.
Y esas fueron las "ocurrencias" de este domingo, a menos que me suceda algo más en el transcurso de la tarde...
1 comentario:
Lo de Cristina Pacheco me recordó una tarde (hace millones de años) cuando estaba trabajando en una librería, y de repente llegó este gûey que salió de escritor en "Sexo, pudor y lágrimas" y le vendí un libro. No sé por qué eso me emocionó tanto.
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