lunes, 17 de agosto de 2009

Salvado por la vergüenza

P grita: ¡Yo, yo! Yo tengo una aventura buenísima que contarles...
J se cubre lo oídos y dice: Cuándo no...
P dice emocionado: ¡Es buenísima! Una noche que estaba en la playa se me ocurrió meterme al mar. Me dieron ganas de nadar, así, de repente. Además era una noche de tormenta, porque estaba pasando un huracán, y en plena tormenta me metí al mar. Unas olas enormes, todo negro, y yo ahí, nadando entre las olas...
J dice molesto: Qué ocurrencias...
P dice: No se lo van a creer, pero no me dió miedo. No me sentí amenazado, más bien sentí una paz inmensa; fue hermosísimo, como si me acogiera el mar y no hubiera peligros...
M lo interrumpe: Ahhh... seguro te habías metido algo antes...
P ignora la interrupción y sigue diciendo: ...como si estuviera seguro y no hubiera nada que temer; como si el cielo y el mar hubieran cambiado de posición y yo estuviera en medio de los dos, tranquilo, disfrutando la noche. Y entonces...
Yo digo: Y entonces... ¡que te rodean los tiburones!
M dice: ¡Que te pica un agua mala!
J dice: ¡Que se te cae el traje de baño!
P dice: No, no: me dió un calambre, es más, varios calambres: en la espalda, en las piernas, en los brazos.
Yo digo: Solo a ti se te ocurre andar de héroe nadador nocturno en pleno huracán.
P continúa: Y entonces pensé: ahora si ya me ahogué, ya me morí, aquí quedé. Sentí que me hundía, que perdía las fuerzas, pero tampoco tuve miedo porque supe que si ya estaba de Dios había que aceptarlo con resignación.
J dice: Pues no estaba de Dios porque no te ahogaste, ¿o si?
Yo pienso: Igual y todavía tiene agua en la cabeza...
P dice: Entonces pasó algo muy extraño: se apareció una tortuga, grandota, una caguama...
J dice: ¿Como las que te tomaste antes de ir a nadar?
P dice: ¡No! Una caguama de verdad, nadando junto a mi. Me miró a los ojos, la tortuga, y yo la ví y sentí cómo me veía con sus ojotes de plato y entonces...
M dice: ¡Que te muerde!
Yo digo: ¡Que te escupe, ja!
P dice: ¡No! Entonces sentí que la tortuga se estaba burlando de mi, que se reía de verme ahi hundiéndome...
J suelta: ... ay, no mames...
P dice: ¡Neto! Sentí que la tortuga se burlaba de mi y se reía de mi predicamento y me dió coraje. Me encabroné muchísimo de que una tortuga se burlara así de mi.
J, M y yo soltamos sonoras carcajadas.
J dice, muerto de risa: ... ay, ¡no mames! ¿Cómo se va a burlar de ti una tortuga? ¡Así tendrás la conciencia!
P parece confundido.
J continúa: A mi se me hace que más bien te dió vergüenza...
M agrega: ... de que la tortuga te viera encuerado...
Mas carcajadas.

P grita: ¡No! ¡Que no estaba desnudo! Era coraje...
J lo interrumpe: Era vergüenza, puritita vergüenza...
P sigue diciendo: ... coraje de no poder nadar como ella... Con un esfuerzo enorme empecé a nadar, aunque me dolieran los brazos y las piernas y sintiera que materialmente no podía. Y me tomó un buen rato salir del mar, porque las olas golpeaban por todos lados...
M dice: Claro: saliste huyendo de la tortuga burlona...
J concluye: O sea que la vergüenza te salvo de ahogarte, ¿no?
P voltea a verme y dice: ¡Pero qué lindos deditos de los pies tienes! ¿De qué número calzas?
Yo pienso: Pinche güey, ya te ganaste una entrada en mi blog...


5 comentarios:

Unknown dijo...

Sí!!! que bonitos deditos nimbemon!!!!

Montserrat Algarabel dijo...

gracias por lo de los deditos, quien quiera que seas...
¿a poco ya los viste bien y de cerca?
saludos misteriosos, n.

Blogger Pechocho dijo...

eso es a lo que yo llamo tener estilo pa' ligar, chingao!!!

aprenderé!

Montserrat Algarabel dijo...

oiga mi blogger pechocho... pero ¡si esto no es la historia de un ligue! aunque así parezca...
saludos, n.

Kurumo MI dijo...

Sea ligue o no, está divertidísima la cróncia del no-ahogado, jajaja!! Saludos!!