martes, 2 de junio de 2009

Crimen y castigo. ¿Dónde quedó la verdad?

La función de "decir la verdad" no debe adoptar la forma de la ley; sería así mismo vano creer que la verdad reside de pleno derecho en los juegos espontáneos de la comunicación. La tarea de decir la verdad es un trabajo sin fin: respetarla en su complejidad es una obligación de la que no puede zafarse ningún poder...
Saber y verdad,
Michel Foucault


Personas reales, misterios reales, drama de la vida real
... Así reza la introducción a 48 Hours Mystery, una serie de la CBS que se transmite en Estados Unidos desde 1988. El concepto del programa es presentar investigaciones periodísticas sobre "crímenes reales" cometidos en ese país. Siendo los US of A la nación "más criminal del mundo" -no offense to the American people- resulta muy lógico que la serie haya durado tanto tiempo al aire y que tenga tanta tela de donde cortar. La fascinación del público americano por el crimen aderezado con violencia y sangre es muy rentable y se explota recurrentemente en los medios.

El formato de la serie se centra en la reconstrucción de los hechos que "objetivamente", según dan a entender los presentadores, trata de develar "la verdad" de lo ocurrido. En este entendido, se presentan al público televidente recreaciones de los crímenes y entrevistas con la mayoría de los involucrados en éstos: oficiales y detectives de policía, miembros del jurado, abogados defensores y fiscales del Estado, testigos, científicos forenses -que han inspirado las ficticias aventuras de CSI- y hasta testimonios de los supuestos perpetradores y los familiares y amigos de las desafortunadas víctimas. Observación feminista: en 48 Hours Mystery 100% de los crímenes que se seleccionan para aparecer en pantalla son asesinatos; 90% de las víctimas son mujeres; todas las víctimas son blancas. Saque usted sus propias conclusiones...

Después de un intenso maratón de 48 Hours Mystery al que me sometí este fin de semana, me quedé con una sensación profunda de duda, confusión y hasta preocupación: los encontrados culpables según la ley, ¿de verdad lo son? Los extractos de los juicios que presenta el programa me conflictúan en demasía: la evidencia forense, cuando no es irrevocablemente concluyente (ADN o huellas dactilares en la escena del crimen), se contrapone a los testimonios; las reconstrucciones dejan muchos cabos sueltos y lagunas; las omisiones y los olvidos, a propósito o no, de buena o mala fe, oscurecen los relatos de lo que pasó: ¿cómo diferenciar entonces la verdad de la mentira? ¿Quién miente, quién tergiversa, quién engaña? Y, lo más importante: ¿quién paga los platos rotos y por qué? Comentario del pequeño activista que llevo dentro: Di no a la pena de muerte. El Partido Verde debe de estar loco...

Ante estas dudas más que razonables, la distinción entre inocencia y culpabilidad parece una cuestión de creencia firme -"yo siempre supe que era el asesino"- o de intuitiva corazonada -"desde que lo vi no tuve duda"-, no de verdad en el sentido más puro del término. En 48 Hours Mystery, salvo quienes confiensan sus crímenes (una increíble minoría), la mayoría de los sentenciados, aunque legalmente culpables, se proclaman inocentes con sorprendente vehemencia. La misma serie muestra casos en que esa inocencia, después de años tras las rejas y una labor legal titánica, sale finalmente a la luz. Apunte filosófico: la justicia americana es evidentemente una cuestión de retórica. Siempre gana el mejor argumento, el más convincente: la "verdad", lo dice Foucault, es un constructo discursivo...

Tras la vorágine de los acontecimientos propios de un asesinato y la compulsión de la ley por reconstruirlos de manera fehaciente para hallar al responsable beyond any reasonable doubt, como dicen los gringos, lo único indiscutiblemente verdadero en todo esto es el dolor. El dolor de quienes han perdido a alguien en circunstancias horrorosas; el dolor de los acusados injustamente y hasta el de los que se saben culpables -como los maridos que mataron a sus esposas o los hijos que mataron a sus padres-, lo acepten públicamente o no, sean declarados culpables o no. El dolor de no entender, con plena certeza, qué ocurrió y, mucho menos, por qué ocurrió. Se que lo que se denomina "justicia" no trata de sanar el dolor, solo busca retribuirle al agraviado parte de lo perdido, compensarlo de alguna extraña manera. ¿Compensarlo? ¿Es posible eso? Mi impresión tras ver 48 Hours Mystery es que el proceso a través del que se deciden la culpabilidad de un sospechoso y el castigo para su crimen, por más terrible que éste sea, solo reproduce el dolor de todos los involucrados y lo convierte en sufrimiento. Además, la legitimidad de dicho castigo y hasta de dicha culpabilidad se asienta, a veces, en "verdades" un tanto cuestionables. Conclusión pesimista: ¿hay esperanza en este mundo para la justa verdad y la verdadera justicia?


2 comentarios:

La Rumu dijo...

Mi conclusión es que a estas alturas del partido los blancos siguen construyendo toda la parafernalia para presentarse como inocentes y confiables ante el mundo.
Esas reconstrucciones en la parte sentimental están de risa loca y cuando declaran ataviados en suéteres ocheterísimos, aún más, jeje.

Moy dijo...

Interesante... la veré.